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martes, 14 de septiembre de 2010

EL "PARTIDO DE LOS CATOLICOS"


Capítulo III
El hecho de que el "PODER LAICO" que está creando el "progresismo religioso" a través de los denominados cuerpos intermedios —principalmente de los de la Confederación de Organizaciones Nacionales— no pueda de momento convertirse en partido político, obliga a una virtual alianza con alguna de las agrupaciones que tienen registro como tal en la Secretaría de Gobernación.
El Partido Revolucionario Institucional está descartado porque es el "partido-gobierno" contra el que hay que luchar si se desea alcanzar el ansiado "cambio de estructuras" a la manera marxista-leninista. Por eso los clérigos de la "Internacional Progresista" dicen de la Revolución y su instituto político que "fue un partido que empezó con un ideal socialista (y que), ha caído en la peor de las aristocracias. Ya no es aristocracia de sangre sino la aristocracia del dinero" y además, ha dado muerte a la "conciencia cívica y política: cuando de antemano se sabe quien es 'el bueno'." (Comentario de doce sacerdotes sobre el XL aniversario del PRI, difundido por el CENCOS, en boletín de prensa 2866, lunes 10 de marzo de 1966.)
Además, aunque la veleidad de algunos priístas respecto a las "avanzadas tesis" de los clérigos progresistas haga pensar en algún entendimiento futuro entre el PRI y los de la "Internacional Progresista", hay un hecho que sería determinante para cortar de tajo cualquier posible alianza de ese tipo, y es el sentido tradicional que ha dado el PRI a su existencia, consistente en sostener doctrinariamente y practicar la autonomía entre la Iglesia y el Estado.
También el denominado "Partido Popular Socialista", inspirado en las normas ideológicas de Marx, Engels y Lenin, está descartado. Como partido de "avanzada" que es y de "izquierda" recalcitrante, tal alianza no podría operar, pues si bien resulta exacto que el "progresismo" quiere la fusión con el comunismo que es, al decir del padre Velázquez, "el socialismo en su forma más absoluta, más lógica y representa la última palabra de la doctrina", los comunistas sólo admitirían pacto sin menoscabo de sus principios y sobre todo, nunca harían el papel de tontos útiles, pues en materia de ambiciones de poder, ellos le ganan la partida al "progresismo".
Tampoco podría el "progresismo religioso" de México infiltrado en la Iglesia Católica pactar políticamente con el "Partido Auténtico de la Revolución Mexicana". Al igual que acontece con el "Partido Popular Socialista", vive por una mera consideración de carácter circunstancial que en cualquier momento puede derogarse, ya que ni uno ni otro reunen el mínimo indispensable de 75,000 miembros para merecer el registro como partido político mexicano; es decir, la existencia de los dos es precaria.
Tratándose del PARM, ideológicamente nada tiene que aportar a las generaciones contemporáneas por el hecho de que física y mentalmente sus militantes son puros "viejitos".
Queda como única posibilidad una virtual alianza con "el partido de los católicos", el que agrupa a "los mejores hombres de México", en el que "los hombres de Dios" son sus candidatos, como ocurrió en la campaña presidencial de 1952 en que "el hombre de Dios", don Efraín González Luna, contendió para la Primera Magistratura del país con don Adolfo Ruiz Cortines; en fin que el Partido Acción Nacional reúne todas las características del caso por su sentido mesiánico puesto de relieve por el fundador del PAN, licenciado don Manuel Gómez Morín, quien al finalizar la campaña por la Presidencia de la República (1958) entre el licenciado Adolfo López Mateos y el señor Luis H. Alvarez, definió que los militantes de Acción Nacional son los modernos soldados del Ejército de Josué que con las trompetas de sus votos están a punto de derrumbar las murallas de Jericó (el PRI o "partido-gobierno" como el PAN y el "progresismo religioso" califican al instituto político de la Revolución).
Todo se ha desenvuelto de tal manera que Acción Nacional sea el aliado natural del "progresismo religioso" infiltrado en la Iglesia Católica, para penetrar en el terreno político de México con enormes posibilidades de triunfo. Las infanterías panistas —integradas en su inmensa mayoría por personas bien intencionadas— alternan en sus solapas distintivos de diversas cofradías con el escudo azul del PAN. Las damas panistas son en su casi totalidad creyentes sinceras y practicantes, que ingenuamente suelen confundir la obediencia filial a los jerarcas de la Iglesia, con la sumisión a las consignas políticas emanadas del alto mando panista.
Distinguidos católicos como el licenciado don José González Torres, expresidente de la Asociación Católica de la Juventud Mexicana, Caballero del Santo Sepulcro y Presidente de "Pax Romana", han ocupado puestos de los más altos en Acción Nacional.
Don Jesús Sánz Cerrada, por ejemplo, que en sus años mozos fue figura distinguida dentro del movimiento Cristero que se enfrentó al general Plutarco Elias Calles, contribuye a dar el tono románticamente católico en las filas panistas. Don Carlos Alvear y Acevedo, preclaro maestro de historia de México, cuyos textos son de lectura aconsejable en los planteles católicos, es factor determinante para haberle dado en la práctica el sello de "católico" al PAN.
El carácter católico del PAN tuvo sus orígenes en que el original Partido Acción Nacional fue fundado por dirigentes de la Liga Defensora de la Libertad Religiosa el año 1934. El envío de una circular de la Liga a todas sus delegaciones del país (diciembre 22, 1933) y la publicación de la misma en "El Hombre Libre" (enero 17, 1934, número 412) congregó a las delegaciones ligueras de diversos Estados, las cuales decidieron crear el partido en cuestión. El 19 de enero de 1934, "El Hombre Libre" dio a conocer en primera plana y a cuatro columnas el nacimiento de ese organismo político.
Bajo el rubro de los licenciados Octavio Elizalde y Carlos Sánchez Navarro, Presidente y Vicepresidente, respectivamente, del Partido Acción Nacional, se publicó un manifiesto en el que se postuló la representación proporcional y el voto de la mujer. Se especificó también que: "El Partido Acción Nacional es una institución política de principios, ajena por lo tanto a toda bandería de carácter personalista."
Don Manuel Gómez Morín no tuvo que devanarse mucho el seso para "fundar" el año 1939 el "partido de los católicos", y sin pensarlo mucho hurtó el nombre de Partido Acción Nacional a los miembros de la Liga Defensora de la Libertad Religiosa.
Nadie hubiera imaginado, durante los albores del régimen del general Lázaro Cárdenas, que don Manuel Gómez Morín, uno de los "siete sabios", crearía el Partido Acción Nacional integrado en su mayoría por conciencias católicas, entre otras cosas porque el PAN ya estaba fundado. Algunas de esas conciencias católicas hasta han creído que don Manuel Gómez Morín es descendiente de don Manuel Gómez Marín (no Morín), aquel preclaro sacerdote, naturalista, escritor y notabilísimo orador sagrado nacido en San Felipe del Obraje, Estado de México, el año 1761 y fallecido en 1850, víctima del cólera.
Pero don Manuel Gómez Morín, "fundador" del Partido Acción Nacional, no es descendiente del ilustre don Manuel Gómez Marín, sino de don Esteban Morín, Gran Comendador y Plenipotenciario de la Masonería Universal y miembro del Consejo de los Emperadores de Oriente y Occidente que el 27 de agosto de 1751 expidió a su favor una patente de Gran Inspector delegado para propagar el Rito de Perfección por toda América, a donde se trasladó también para negocios particulares.
Don Manuel Gómez Morín, el "fundador" del "partido de los católicos" o Partido Acción Nacional, tiene el privilegio de haber sido Presidente del Consejo de Administración del Banco de México y de que estuviesen supeditados a él en aquel entonces Soberanos Grandes Inspectores del Rito Escocés, grados 33, lo cual es dable sólo a "conciencias católicas" como la de don Manuel Gómez Morín, pues de algo sirve tener ascendientes como el ínclito don Esteban.
Fue también, don Manuel Gómez Morín, agente del gobierno mexicano en Nueva York y desempeñó el cargo de asesor de la embajada soviética a cargo de la señora Kolontay. Se identificó con el criterio del embajador de los Estados Unidos, Morrow, referente a que no convenía que los católicos mexicanos se sumaran a la lucha que el filósofo y escritor, don José Vasconcelos, sostenía contra el callismo.
Nada de esto inhabilitó a Gómez Morín para fundar el "partido de los católicos" el año 1939, puesto que el pueblo de México estaba ya, en esa época, unificado contra la política comunista del general Lázaro Cárdenas. Por repudio a la gradual sovietización de México (cambio del Himno Nacional Mexicano por la Internacional en las escuelas; preferencia del hilacho rojinegro en lugar de la Bandera Mexicana en actos públicos, colectivización de la tierra y socialización de los medios de producción, lucha de clases; entrada a México de comunistas expulsados de España, etc.) la oportunidad no podía ser mejor para pescar en río revuelto y aprovechar el descontento en la creación de un organismo de oposición.
El almazanismo se alzó vigoroso contra la voluntad manifiesta del cardenismo en las elecciones de 1940, con resultados nada favorables en lo cívico y que han trascendido hasta nuestros días en forma de abstencionismo electoral. Pero la militancia del pueblo al lado del general Juan Andrew Almazán, que no fue sino una forma de repudiar el entreguismo de Cárdenas a la causa de la sovietización de México, se redujo a un chispazo de cegadora y fugaz luminosidad. En cambio, Acción Nacional canalizó en un proceso menos espectacular pero permanente, el sentir de un pueblo que se resiste a caer en la órbita marxista-leninista. Mas el anticomunismo de los cuadros dirigentes de Acción Nacional sólo ha sido de fachada, en la medida en que conviene mantener engañados a sus militantes católicos.
Si se atiende a la contextura ideológica de la gran masa de militantes de Acción Nacional, este partido resulta ser una organización "oscurantista", "retrógrada" y "reaccionaria" —en cuanto que al católico se le ha dado esa denominación en la jerga política oficial — ; sin embargo, a la luz de la actuación de la jerarquía panista es más acertado afirmar que se trata de un organismo filo-marxista, pues son numerosas las ocasiones en que ha unido esfuerzos con el marxismo-leninismo "mexicano", sin más razón aparente que sumar fuerzas contra el gobierno establecido.
Y esto último no es una afirmación sin base. Pasemos primero a señalar que el licenciado don José González Torres, expresidente de la Asociación Católica de la Juventud Mexicana, expresidente de la Acción Católica Mexicana y Caballero del Santo Sepulcro, firmó el 23 de febrero de 1945, un pacto entre "Pax Romana" de la cual era vdirigente máximo, con la Juventud Comunista y que la Jerarquía Católica, en uso legítimo de su autoridad, desautorizó. Y no hay que olvidar que el licenciado González Torres es uno de los dirigentes "más ortodoxos" que ha tenido el PAN.
Prosigamos con las pruebas:
Acción Nacional, en su órgano oficial "La Nación" (número 877 y siguientes) aseguró que el albazo del vallejismo contra México era "el auténtico sindicalismo". Atacó a las autoridades que lucharon por restablecer el orden alterado por los líderes comunistas Dionisio Encinas Rodríguez, Valentín Campa, Gilberto Rojo, Hugo Ponce de León y Roberto Godínez del Partido Comunista y Alberto Lumbreros Narváez y Miguel Arroche Parra, del Partido Obrero y Campesino y Othón Salazar, del denominado "Movimiento Revolucionario del Magisterio", de inspiración roja.
LA MANIFESTACION más palpable de las ligas del PAN con los organismos que concurren en la penetración político-religiosa en México es Alejandro Aviles (Carlos Newman). Es el comodín que se mueve en uno y otro sentido para corromper y desmexicanizar a la oposición.
Incluso, como timbre de orgullo, Acción Nacional declaró ("La Nación", número 1,000, diciembre 11, 1960) que "la prensa amarillista se negó a publicar hasta como inserción pagada unas declaraciones del Partido Acción Nacional en las que enjuiciaba, con su nunca desmentido valor cívico, la brutal redada de líderes y trabajadores ferroviarios, a pretexto de una 'conjura comunista'..."
Sobre el particular debe señalarse que la función trascendente de un partido político no consiste exclusivamente en hacer triunfar a sus candidatos a los distintos cargos de elección popular. Hay un aspecto fundamental que ha descuidado casi toda la oposición en México y consiste en la creación de una conciencia ciudadana que sepa actuar constructiva y acertadamente no sólo ante una amenaza de orden interno, sino también ante un peligro externo. En momentos de peligro para el país, como fue el caso del movimiento vallejista que Acción Nacional calificó de "auténtico sindicalismo" y más recientemente, el de la violencia estudiantil que con implicaciones internacionales sufrió México de julio a noviembre de 1968, sólo caben dos actitudes, la mexicana y la antimexicana.
Mal está que individualmente o en grupos se aprueben actos de represión o abuso de autoridad encaminados a ocultar errores en el orden interno de un país; pero es un grave error que toca los linderos de la traición, el que por el solo hecho de mantener una actitud de ataque sistemático contra una autoridad legítimamente establecida, se aprueben hasta hechos inspirados en programas internacionales de subversión como es el caso del vallejismo y de la violencia estudiantil desatada el año pasado.
Hasta antes de que le llegara el refuerzo ideológico y "moral" del "progresismo religioso" infiltrado en la Iglesia Católica y que el escritor católico don René Capistrán Garza califica acertadamente de "falsa Iglesia", Acción Nacional ha esgrimido tres temas para la motivación política de sus militantes y son: "fraude electoral", "errores de los hombres en el poder" y "salvación de México si triunfan los candidatos panistas"; pero al lado de esta trilogía no se ha producido una formación cívica mexicana porque para la jerarquía del partido que agrupa a "los mejores hombres de México", no es eso lo que importa, según lo demuestran los hechos.
En el campo de la oposición hubo un organismo que respondió a los reclamos del momento histórico en que actuó. Sin ser un partido político y sí una organización cívica, la Unión Nacional Sinarquista hizo una reafirmación de nuestros valores patrios cuando el peligro de comunización para México fue de grandes alcances por el apoyo oficial que le otorgó el cardenismo. Nacida la UNS el 23 de mayo de 1937 y dividida y prácticamente acabada en noviembre de 1944; es decir, en sólo poco más de siete años de actuación, levantó a toda una masa de humildes mexicanos contra la penetración extranjera avivada por los marxistas-leninistas criollos. Sus 16 puntos básicos y sus 10 Normas de Conducta fueron el crisol en que se forjó el espíritu ciudadano que, sin necesidad siquiera de llegar a un proceso electoral, contribuyó a cambiar los rumbos de la política interna y es que el espíritu ciudadano —para cumplir deberes y exigir derechos— es más trascendente que una función electoral, en la que abundan quienes sólo buscan en el poder la satisfacción de ambiciones personales y ajenas al interés nacional.
Pero sigamos adelante con unas muestras más del filo-marxismo de Acción Nacional. Javier Blanco Sánchez, considerado por los militantes panistas como uno de los más brillantes diputados y defensor de las esencias nacionales, escribió esta apología del castro-comunismo: "Y a ratos nosotros mismos creíamos que ir a Cuba era un absurdo viaje de alegría. Ir a Cuba, meterse entre ametralladoras, tanques, cañones; posiblemente. . . sufrir el estallido de las granadas o de las bombas, y quién sabe si no también ser víctimas de la confusión de un pueblo gobernado por una ola despiadada de comunismo militante y en el Poder. O a lo mejor, y cuando menos, presenciar los sangrientos fusilamientos. Tanto hablaban de estas cosas y -más las agencias noticiosas de Norteamérica".
A cambio del comunismo militante y en el poder que "no encontró" Blanco Sánchez en Cuba, da testimonio de estas pacíficas escenas en "La Nación" del 13 de diciembre de 1959: "Se oyó el ruido de la escalinata; la puerta se abrió y ante nosotros aparecieron de civiles tres individuos. Uno de ellos dijo: 'Hagan el favor de seguirnos. Les damos la bienvenida a Cuba, esperando que hayan tenido buen viaje y que aquí tengan una grata estancia.' ¿Y los barbones? ¿Y las ametralladoras? Pensábamos que más adelante sucedería lo que esperábamos como normal. Nada de militares, nada de armas amenazadoras. . . " La supuesta reaparición del "desaparecido" Camilo Cienfuegos dio oportunidad para que Blanco Sánchez, el apasionado "defensor de las esencias nacionales" y distinguido militante del "partido de los católicos" de México reseñara: "Eso fue suficiente para que. . . todo el pueblo de Cuba se diera a una alegría delirante. . . algo verdaderamente impresionante. . . una clara e inequívoca prueba del arraigo popular de los gobernantes revolucionarios de Cuba. . . contra lo esperado en Cuba encontramos tranquilidad pública. . . los muchachos, uniformados, dan la impresión de andar jugando al militar, juego que toman en serio, pero que a ratos los traiciona su natural bullanguero y alegre."
Tal opinión, favorable decididamente al castro-comunismo instaurado en Cuba debido a una intervención extranjera, no fue privativa de uno de sus más afamados militantes, fue objeto también de toda una declaración ("La Nación", número 948, páginas 18 y 19) del partido, en la que con el ánimo de sorprender a los panistas bien intencionados se dijo que Cuba no es lo que nos pintan las informaciones donde se habla del establecimiento de una dictadura comunista. Se especificó que tales versiones son "puro cuento capitalista de Norteamérica", cuando lo "cierto" es que Cuba es "honradez y limpieza administrativa".
Pero todavía hay más y en "La Nación" (número 951) Acción Nacional declaró a través de su vocero oficial que todos los sacerdotes que denunciaban a Castro Ruz son "torpes" y, además, proclamó que la Reforma Agraria en Cuba significa un ejemplo de virtud y de justicia, porque da la tierra en propiedad legítima a los campesinos.
El primero de diciembre de 1962, el dictador Fidel Castro echa por tierra los esfuerzos de Acción Nacional para disimular que el régimen imperante en Cuba es de corte comunista y declara el pelele de la Unión Soviética que su gobierno es marxista-leninista.

Manuel Magaña Contreras
PODER LAICO
1970

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