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martes, 28 de septiembre de 2010

Ofrecimiento de la sagrada pasión de N.S.J. por las benditas almas del purgatorio.

Esta santa devoción, tan útil para los fieles, como provechosa para las benditas almas del purgatorio, se hallará en un librito italiano, cuyo autor es el citado [Avers. Neap., 1633), y distribuye por los siete días de la semana, en la forma siguiente.

DOMINGO.
Ofrece los gravísimos afanes, tormentos, angustias y dolores que padeció el Señor en el huerto, diciendo :
1. Yo os ofrezco, dulcísimo Jesús, por las almas del purgatorio, uno por uno, todos los tormentos de vuestra pasión santísima, la muerte penosísima de la cruz; y la preciosa sangre que derramaste por la salvación eterna de nuestras almas.
2. Yo os ofrezco, dulcísimo Jesús, por las almas del purgatorio, aquellos grandes pasmos y terrores, que asaltaron vuestro angustiado corazón en el huerto, porque representándoseos al vivo de la imaginación todos los martirios que el día siguiente habiais de padecer, os comprimisteis en el cuerpo y en el alma de un mortalisimo pavor.
3. Yo os ofrezco, dulcísimo Jesús, por las almas del purgatorio, aquella tan fiera tristeza, que os ocasionó el horror de la muerte que os amenazaba, faltandoos muy poco para espirar de dolor, como lo expresasteis á vuestros amados discípulos, con aquellas palabras: Tristis est anima mea usque ad mortem.
4. Yo os ofrezco, dulcísimo Jesús, por las almas del purgatorio, aquel acto tan humilde y devoto con que en las mas graves angustias, queriendo orar a vuestro Eterno Padre, os pusisteis de rodillas, postrado sobre la tierra, por reverencia del Padre, y por las mortales ansias y congojas que oprimían a vuestro piadosísimo corazon.
5. Yo os ofrezco, dulcísimo Jesús, por las almas del purgatorio, aquella oración resignada con que pedisteis a vuestro Eterno Padre, que si era posible, os dispensase del amargo cáliz de vuestra muerte, y conformando vuestra humana voluntad con la divina, dijisteis : Non mea voluntas, sed tua fiat.
6. Yo os ofrezco, dulcísimo Jesús, por las almas del purgatorio, aquella vuestra ardiente caridad con que visitasteis á vuestros amados discípulos, estando anegado en un mar de angustias, exhortándolos a la vigilancia y á la oración, para que de la tentación no fuesen vencidos.
7. Yo os ofrezco, dulcísimo Jesús, por las almas del purgatorio, aquella confortación misteriosa que os hizo el ángel, hallándose vuestra alma santísima llena de tantas congojas y dolores, que bastaban a quitaros la vida.
8. Yo os ofrezco, dulcísimo Jesús, por las almas del purgatorio, aquel gran conflicto que os puso en mortales agonías, explicando vuestra grande aflicción con aquellas palabras : Spiritus quidem promptus est; caro autem infirma.
9. Yo os ofrezco, dulcísimo Jesús, por las almas del purgatorio, aquella firme perseverancia en la oracion, estando en el colmo de vuestras aflicciones, agonizando en mortales angustias por el remedio y salvación eterna de los pecadores.
10. Yo os ofrezco, dulcísimo Jesús, por las almas del purgatorio, aquella sagrada y preciosa sangre, que á fuerza del interno dolor sudasteis en tanta abundancia, que corrió hasta la tierra.

LUNES
Ofrece las penas y tormentos que el Señor padeció desde que fue preso, hasta que le presentaron al pontífice Anas, diciendo :
1. Yo os ofrezco, dulcísimo Jesús, por las almas del purgatorio, aquella prontitud de ánimo que mostrasteis para morir, cuando levantándoos de la oración bañado del sudor de sangre, salisteis a encontrar a vuestros enemigos, dándoos á conocer, y diciéndoles que Vos erais aquel a quien ellos buscaban.
2. Yo os ofrezco, dulcísimo Jesús, por las almas del purgatorio, el grande dolor que sentisteis por la gravísima culpa de la traición de Judas, vendiéndoos a los judíos por treinta dineros, y con el fingido ósculo de paz entregándoos en manos de vuestros enemigos: dolor tan agudo y sensible, que es uno de los mayores que atravesaron vuestro piadosísimo corazón.
3. Yo os ofrezco, dulcísimo Jesús, por las almas del purgatorio, aquellos actos de heroica piedad, con que disteis lugar a vuestros crueles enemigos para que se levantasen de tierra, y curasteis la oreja que vuestro fervoroso discípulo había cortado con celo de vuestra defensa al indigno siervo del pontífice que os venia á prender.
4. Yo os ofrezco, dulcísimo Jesús, por las almas del purgatorio, aquella gravísima tribulación que padecisteis cuando fuisteis embestido en el huerto de tanto número de soldados, y os prendieron y ataron con tan inhumana crueldad, que es imposible comprenderla con humano discurso.
5. Yo os ofrezco, dulcísimo Jesús, por las almas del purgatorio, aquella vuestra admirable paciencia con que sufristeis tantos golpes, oprobios y baldones, hasta arrancaros los cabellos de vuestra sacrosanta cabeza, estando Vos como cordero humildísimo sin responder palabra alguna
(Jerem., XI, 19).
6. Yo os ofrezco, dulcísimo Jesús, por las almas del purgatorio, aquellos actos internos que en medio de las opresiones hacías de amor de Dios, de tolerancia y resignación, ofreciendo siempre al Eterno Padre todos aquellos malos tratamientos que os hacían, en satisfacción de nuestros pecados (Isai., LIII, 7).
7. Yo os ofrezco, dulcísimo Jesús, por las almas del purgatorio, aquel dolor vivísimo que os atravesó el corazón, cuando en medio de tales tribulaciones os hallasteis solo y abandonado de vuestros mas caros amigos, los cuales, cuando os vieron preso y atado, huyeron todos (Matth., XXVI, 16).
8. Yo os ofrezco, dulcísimo Jesús, por las almas del purgatorio, aquellas aflicciones y dolores que sufristeis desde el huerto hasta la casa de Anas, por tantos golpes que os daban, y blasfemias que os decían los verdugos, haciéndoos caminar con tanta prisa y desprecio por fuera y dentro de la ciudad.
9. Yo os ofrezco, dulcísimo Jesús, por las almas del purgatorio, aquel acto de humildad y mansedumbre, cuando delante del pontífice Anas estuvisteis con las manos atadas, en forma de reo, oyendo los cargos que os hacían, y las falsas acusaciones que daban contra Vos, como si fuerais el hombre mas malo del mundo.
10. Yo os ofrezco, dulcísimo Jesús, por las almas del purgatorio, aquella cruelísima bofetada que os dio aquel hombre vilísimo, con tan infernal furia, que os desfiguró la mejilla, y la indecible paciencia y mansedumbre con que hablasteis a aquel indigno pontífice.

MARTES
Ofrece los tormentos que el Señor padeció en la noche de su pasión en la casa de Caifas, diciendo :
1. Yo os ofrezco, dulcísimo Jesús, por las almas del purgatorio, aquel grande ultraje con que fuisteis llevado y puesto en la presencia del pontífice Caifas, quien os recibió con una infernal indignación, hecho blanco de sus iras, y de los ministros y soldados que estaban con él.
2. Yo os ofrezco, dulcísimo Jesús, por las almas del purgatorio, las acusaciones inicuas, y falsos testimonios que os levantaron aquellos hombres vilísimos, no habiéndose verificado cosa alguna contra vuestra inocencia.
3. Yo os ofrezco, dulcísimo Jesús, por las almas del purgatorio, aquel admirable silencio vuestro, no respondiendo ni una palabra para defenderos de tantas falsedades, injurias y calumnias, como os imponían; dejándonos con eso un ejemplo admirable, para seguiros en nuestras adversidades.
4. Yo os ofrezco, dulcísimo Jesús, por las almas del purgatorio, aquel torpe y escandoloso conjuro que os hizo el soberbio Caifas, para que respondieseis si erais Hijo de Dios, a quien con profunda humildad, por reverencia del Padre, respondisteis que sí, y que con grande majestad vendríais a juzgar el mundo.
5. Yo os ofrezco, dulcísimo Jesús, por las almas del purgatorio, aquella injuriosa afrenta que os hicieron aquellos ministros infernales, después de haber oído vuestra respuesta; y debiendo postrarse y adoraros como verdadero Dios, os publicaron por blasfemo, y hombre merecedor de una afrentosa muerte.
6. Yo os ofrezco, dulcísimo Jesús, por las almas del purgatorio, aquel rabioso furor con que los pérfidos judíos os embistieron después que concedisteis ser Hijo de Dios vivo, hiriendo con crueles bofetadas vuestro divino rostro, y maltratando vuestro cuerpo santísimo con fieros golpes, llevando con tanta mansedumbre estas ofensas horribles, que no se os oyó el menor lamento.
7. Yo os ofrezco, dulcísimo Jesús, por las almas del purgatorio, aquel oprobio vilísimo de escupiros en vuestro soberano rostro con tantas y tan hediondas salivas, que no se hallan palabras para explicar tan gran desprecio.
8. Yo os ofrezco, dulcísimo Jesús, por las almas del purgatorio, aquella ingeniosa burla y mofa con que os trataron los pérfidos judíos cuando os vendaron los ojos con un paño muy sucio, y dándoos muchos golpes, decían: profetiza, y adivina quién te ha dado.
9. Yo os ofrezco, dulcísimo Jesús, por las almas del purgatorio, las tres negaciones ingratas de vuestro apóstol san Pedro, y la grande compasión que de él tuvisteis cuando con tanta piedad le mirasteis, que volvió en sí, se dolió, y comenzó a llorar amargamente su pecado.
10. Yo os ofrezco, dulcísimo Jesús, por las almas del purgatorio, todas aquellas penas y ultrajes que padecisteis en toda aquella tristísima funesta noche, habiendo quedado al arbitrio de vuestros enemigos y de gente vilísima, para ser atormentado a su voluntad, no cesando de afligiros con todos aquellos géneros de tormentos, afrentas y desprecios que quisieron con su diabólica crueldad.

MIERCOLES:
Ofrece los tormentos y desprecios que el Señor padeció en casa de Pilátos y Heródes, hasta el grande tormento de los cruelísimos azotes, y dirás con devocion lo siguiente :
1. Yo os ofrezco, dulcísimo Jesús, por las almas del purgatorio, aquellas tres falsas acusaciones que los judíos dieron contra Vos á Pilátos, esto es: que engañabais a los pueblos; que mandabais no se pagase tributo al César; y que os hacíais rey de los judíos.
2. Yo os ofrezco, dulcísimo Jesús, por las almas del purgatorio, aquella grande humildad con que os dejasteis llevar atado por las calles públicas de Jerusalen, y presentaros como malhechor al rey Heródes, quien hizo burla y escarnio de vuestra inocencia y grandeza divina.
3. Yo os ofrezco, dulcísimo Jesús, por las almas del purgatorio, aquel vilísimo desprecio con que os trató aquel soberbio rey cuando mandó poneros la vestidura blanca, como a un loco, y sacaros delante de los príncipes, de los escribas y fariseos, y de un concurso muy grande.
4. Yo os ofrezco, dulcísimo Jesús, por las almas del purgatorio, aquellos gravísimos escarnios que sufristeis de todo el pueblo cuando por las calles de Jerusalen os llevaban con la vestidura blanca, y os llenaban de injurias y baldones.
5. Yo os ofrezco, dulcísimo Jesús, por las almas del purgatorio, aquellas horribles voces de los impíos judíos, cuando decían: crucifige, crucifige, y daban por libre a Barrabas, hiriendo tan cruel sentencia vuestro piísimo corazon, y el de vuestra santísima Madre.
6. Yo os ofrezco, dulcísimo Jesús, por las almas del purgatorio, aquellos pasos que disteis de la columna donde habíais de ser azotado, y aquella grandeza de amor y de humildad con que os ofrecisteis a tan cruelísimo tormento.
7. Yo os ofrezco, dulcísimo Jesús, por las almas del purgatorio, aquel gran rubor y vergüenza que tuvisteis cuando os desnudaron para el tormento; y asimismo aquellos vivísimos dolores que os causaron las ligaduras de los brazos y las manos, que os fueron de especial y fuerte mortificación.
8. Yo os ofrezco, dulcísimo Jesús, por las almas del purgatorio, uno por uno todos aquellos fuertes azotes que dieron a vuestro delicadísimo cuerpo aquellos verdugos infernales, rompiendo vuestras carnes santísimas y derramando con grande copia vuestra preciosa sangre.
9. Yo os ofrezco, dulcísimo Jesús, por las almas del purgatorio, aquel imponderable dolor que tuvo vuestra Madre santísima por este tormento; pues cuantos golpes dieron en vuestro delicadísimo cuerpo, tantos puñales atravesaron sus piísimas entrañas. [Pía consid.)
10. Yo os ofrezco, dulcísimo Jesús, por las almas del purgatorio, aquellos horribles dolores que os causaron por todas las partes de vuestro cuerpo santísimo los crueles azotes, y las llagas que os hicieron, con mas de cinco mil golpes, y aquel desmayo tan grande que al último tuvisteis por el intenso dolor y falta de la sangre, cayendo en tierra como difunto. (Pía consid.)

JUEVES:
Ofrece el acerbísimo tormento de la corona de espinas, como se sigue :
1. Yo os ofrezco, dulcísimo Jesús, por las almas del purgatorio, aquellos pasos dolorosos que disteis cuando os llevaban al puesto y lugar de la coronacion de espinas, todo lleno de heridas y llagas que destilaban vuestra sangre preciosísima, despues de la áspera y cruel flagelación.
2. Yo os ofrezco, dulcísimo Jesús, por las almas del purgatorio, aquel vivo dolor que sentisteis cuando os desnudaron segunda vez, renovando las llagas de los azotes, al despegar la túnica de vuestro santísimo cuerpo con una crueldad inhumana.
3. Yo os ofrezco, dulcísimo Jesús, por las almas del purgatorio, aquella indigna mofa y escarnio con que os trataron los soldados cuando como a rey de burlas os vistieron la púrpura irrisoria, os dieron por cetro una caña, por corona una de espinas, y por trono una piedra desnuda.
4. Yo os ofrezco, dulcísimo Jesús, por las almas del purgatorio, aquella rigurosa crueldad con que los soldados asentaron sobre vuestra santísima cabeza la penetrante corona, apretándola con fieros golpes para que penetrasen las espinas, con el intenso dolor que se deja á la piadosa consideración.
5. Yo os ofrezco, dulcísimo Jesús, por las almas del purgatorio, aquella sangre preciosa que salió de vuestra divina cabeza, corriendo hasta la tierra, estando Vos con humildad profundísima sujeto a aquellos cruelísimos tiranos, ofreciendo al Eterno Padre por nuestra salvación eterna este atrocísimo tormento.
6. Yo os ofrezco, dulcísimo Jesús, por las almas del purgatorio, aquellos afrentosos golpes que os dieron sobre la corona de espinas, con la misma caña que os pusieron por cetro, para que penetrasen mas sus puntas, y fuesen mas profundas las heridas.
7. Yo os ofrezco, dulcísimo Jesús, por las almas del purgatorio, aquellos oprobios, injurias y baldones que os hicieron los soldados, cuando puesto de rodillas os dieron tantas bofetadas, saludándoos ignominiosamente con aquellas irrisorias palabras: Dios te salve, Rey de los judíos, como si fueseis rey de burlas.
8. Yo os ofrezco, dulcísimo Jesús, por las almas del purgatorio, aquella grande afrenta, cuando con sucias y hediondas salivas mancharon los soldados desatentos vuestro divino rostro, con tanta copia, que os desfiguraron del todo [Is., LIII, 2).
9. Yo os ofrezco, dulcísimo Jesús, por las almas del purgatorio, aquella virginal y angelical erubescencia que sentisteis cuando, en aquella lamentable forma, casi desnudo, os mostró Pilátos al numeroso pueblo, diciendo: Ecce Homo.
10. Yo os ofrezco, dulcísimo Jesús, por las almas del purgatorio, aquel grito diabólico del pueblo judaico, cuando clamó diciendo: crucifige, crueifige, llenando de pavor y de espanto mortal a vuestro piísimo corazon con la cruda muerte a que os condenaban.

VIERNES.
Ofrece lo que padeció nuestro Señor con el grave peso de la cruz, hasta ser en ella crucificado, y dirás:
1. Yo os ofrezco, dulcísimo Jesús, por las almas del purgatorio, aquella grande fatiga de llevar la cruz tan pesada, que os hizo una grande llaga en el hombro, sobre las muchas que teníais en vuestro santísimo cuerpo.
2. Yo os ofrezco, dulcísimo Jesús, por las almas del purgatorio, aquellas mortales congojas que tuvisteis y os ocasionaron los soldados en el camino del Calvario, tirando cruelmente de las sogas; y los desprecios que os hicieron con las injurias, baldones y blasfemias del ingrato pueblo; y con tantos malos tratamientos como si fuerais el mas mal hombre del mundo, que llevaban al suplicio. (Pia consid. sup. text.)
3. Yo os ofrezco, dulcísimo Jesús, por las almas del purgatorio, aquellas tres veces principales que caísteis con el grave peso de la cruz, como debilitado y sin fuerzas; y asimismo os ofrezco aquella grande impiedad con que os levantaron del suelo, tirando de las sogas con que os llevaban atado. (Simpl. consid.)
4. Yo os ofrezco, dulcísimo Jesús, por las almas del purgatorio, aquel sumo desprecio con que fuisteis sacado de la ciudad, cargado con la cruz, atado, escarnecido y vituperado de todo el pueblo, y acompañado de unos ladrones, como el mas facineroso del mundo.
5. Yo os ofrezco, dulcísimo Jesús, por las almas del purgatorio, aquella pena y dolor con que vuestra Madre santísima os iba buscando por las calles de Jerusalen; y habiéndoos hallado, la apartaron luego de vuestra presencia, haciéndoos caminar aprisa al monte Calvario.
6. Yo os ofrezco, dulcísimo Jesús, por las almas del purgatorio, aquella grande flaqueza y desmayo vuestro, cuando por no poder llevar el grave peso de la cruz, os dieron al Cirineo para que os la ayudase a llevar hasta el Calvario.
7. Yo os ofrezco, dulcísimo Jesús, por las almas del purgatorio, aquella bebida amarga de hiel y vinagre que os dieron en el monte Calvario, y gustándola, llenaste de amarguras vuestra santísima boca.
8. Yo os ofrezco, dulcísimo Jesús, por las almas del purgatorio, aquel intenso dolor que sentisteis cuando con tanta impiedad os arrastraron, y quitaron la túnica que estaba pegada a las llagas de vuestro santísimo cuerpo, y se renovaron todas las heridas, arrojando por todas mucha copia de sangre, y en especial de la cabeza, por haberse movido la corona de espinas.
9. Yo os ofrezco, dulcísimo Jesús, por las almas del purgatorio, aquellos mortales dolores que sentisteis en las manos y en los pies, cuando os clavaron en la cruz; y asimismo los dolores de vuestra santísima Madre, cuando veía poner los clavos, y sentía los golpes.
10. Yo os ofrezco, dulcísimo Jesús, por las almas del purgatorio, aquella oferta sacrosanta, que de Vos mismo hicisteis al Eterno Padre en el altar de la santísimá cruz, para redimir al hombre, y abrirnos las puertas del cielo.

SÁBADO.
Ofrece lo que padeció nuestro Señor en la cruz, miéntras en ella estuvo vivo y pendiente. Dirás como se sigue :
1. Yo os ofrezco, dulcísimo Jesús, por las almas del purgatorio, aquella suma de todos los grandes dolores que en vuestro divino cuerpo padecisteis desde los piés a la cabeza; sin haber parte que no padeciese, y fuese atormentada con pena vehementísima (lsai., I, 6).
2. Yo os ofrezco, dulcísimo Jesús, por las almas del purgatorio, aquellas tres horas que estuvisteis vivo pendiente de la cruz, con aquellos sumos dolores de las manos, piés y cabeza, por las heridas de los clavos y las espinas.
3. Yo os ofrezco, dulcísimo Jesús, por las almas del purgatorio , aquellos terribles dolores que os ocasionaban las principales llagas de vuestro divino cuerpo; como la del hombro, del espinazo, de las espaldas, de las rodillas, de los ojos, y de algunos huesos fuera de sus lugares. [Pia consid.)
4. Yo os ofrezco, dulcísimo Jesús, por las almas del purgatorio, aquellos dolores mentales que atormentaban vuestro piadosísimo corazon, singularmente viendo a vuestra santísima Madre al pié de la cruz, al amado discípulo, y a la penitente y amorosa Magdalena.
5. Yo os ofrezco, dulcísimo Jesús, por las almas del purgatorio, aquellas palabras injuriosas que os gritaban los judíos ingratos, estando clavado en el madero santo de la cruz.
6. Yo os ofrezco, dulcísimo Jesús, por las almas del purgatorio, aquellas fervientes lágrimas con que estando en la cruz rogabais al Eterno Padre, que perdonase a vuestros enemigos (Hebr. V, 7).
7. Yo os ofrezco, dulcísimo Jesús, por las almas del purgatorio, aquella sed ardentísima que os atormentaba las entrañas, cuando exclamasteis diciendo: Sitio: tengo sed; y os dieron a beber con una esponja aquel vinagre amarguísimo.
8. Yo os ofrezco, dulcísimo Jesús, por las almas del purgatorio, aquel doloroso lamento que hicisteis de veros desamparado del Padre, y de los amigos y discípulos amados, explicando vuestro íntimo dolor con aquellas misteriosas palabras: Pater, ut quid dereliquisti me ?
9. Yo os ofrezco, dulcísimo Jesús, por las almas del purgatorio, aquel sumo y último dolor que sentisteis al separarse vuestra alma santísima del cuerpo, encomendando el espíritu en las manos del Eterno Padre, con aquellas voces: Pater, in manus tuas commendo spiritum meum.
10. Yo os ofrezco, dulcísimo Jesús, por las almas del purgatorio, todos los dolores, angustias y trabajos que padeció vuestra Madre santísima al pié de la cruz, en su soledad, en la herida del costado, y en vuestro entierro, hasta que os vió resucitado.

Este santo ejercicio se hallará también en un cuadernito aparte; porque considerando un devoto, que puede ser útilísimo para los vivos, para las memorias de la sagrada pasión del Señor, y para los difuntos, por el grande socorro de las benditas almas del purgatorio, le ha hecho imprimir a costa suya. Y siendo cosa breve lo que toca para cada dia, se podrá añadir fácilmente despues del Rosario de la Virgen santísima, así en las casas, como en las iglesias; y también despues del ejercicio santo del Via Crucis.
Puédese también hacer este espiritual ejercicio todo en un dia; aunque para mas facilitarle, va distribuido en los siete dias de la semana.

R.P. Fray Antonio Arbiol
LA FAMILIA REGULADA
1866

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