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miércoles, 2 de febrero de 2011

La elección de Hércules


Hércules había llegado a esa edad donde, antes de lanzarse a la vida, el hombre estudia su carrera y escoge su camino.
El se retiró al desierto a fin de estudiarse a si mismo, en la tranquilidad de la soledad y del silencio.
Meditabundo y con el espíritu agitado por mil pensamientos, marcha a pasos lentos, cuando de repente, en el fondo del vallecito que le sirve de asilo, se encuentra en la encrucijada de dos senderos.
Por el uno y por el otro venían al mismo tiempo dos mujeres a su encuentro; bellas las dos, las dos sonrientes.
A primera vista, sin embargo, la una parecia muy seria, mientras que la otra parecia ligera y loca.
Sin aderezo, sin adornos, vestida con sencilla ropa más blanca que la nieve recién caída, la primera inspiraba un arrobamiento mezclado de respeto hacia su belleza augusta.
La segunda, recubierta de brillantes oropeles, muy adornada, atrevida, trataba de cautivar la atención, y con una mirada, dejaba la turbación en el alma.
Esta corrió hacia Hércules: "Bello joven, le dijo, sigúeme por mi sendero florido. ¡Ven a mis bosques olorosos: tengo rosas para tu frente!
"¡Ven! Tengo, allá abajo, en mi palacio encantado con qué robar y embriagar tus sentidos para la vida.
"¡Cantos, ruido: nada de penas; nada de obligaciones; calma eterna; reíres eternos; delicias eternas!"
Pero he aquí que a paso mesurado, la otra visión se adelanta a su vez; abre la boca, habla también:
—"¡Ven mejor conmigo, oh joven, tú, corazón tan noble y tan puro! ¡Yo te reservo los rudos combates y los trabajos heroicos, todos los sufrimientos sublimes que templan el alma y la engrandecen!"
—"¿A dónde me quieres llevar, pregunta el joven vacilante, y quién eres?"
—"Yo soy la Voluptuosidad, responde la primera, y te llevo al Placer!"
"¡Yo soy la Virtud, responde la otra, y te llevo al Honor!"
Hércules, al oír esta palabra, se decidió bruscamente.
Demasiado generoso para perder su juventud en las vanas alegrías, lanzó a la Voluptuosidad una sonrisa despectiva y, lleno de un entusiasmo intrépido, se arroja al áspero y glorioso sendero, sobre los pasos de la Virtud.
Este relato es una fábula, hijo mío, pero esta fábula es o sera tu historia.
No te debes espantar de la magnitud de los sacrificios, y a tu vez tienes que escoger el camino que conduce, no al Placer, sino al Honor!
La Grecia ha hecho de Hércules un semidiós; Dios hará de ti un santo y el Cielo un Elegido.

Paul Barbier
LOS DEBERES
El Kempis de la Juventud.

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