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jueves, 2 de junio de 2011

Católico

     Nacido en la Iglesia católica, sé católico, haz honor por tu fidelidad a la Religión venerable que bendijo tu cuna.
     El católico es el cristiano que abraza todos los dogmas de la Iglesia Romana en una sola y misma afirmación absoluta.
     En la seguridad de que la fe tradicional el cristianismo completo, no está más que en esta Iglesia; el cristiano le rinde una obediencia invencible y un amor inalterable.
     Le duele no tener Papa pues en el Papa el cristiano no ve ciertamente un ídolo, ve al sucesor de Pedro, al Vicario de Cristo sobre la tierra, ve al guardián de la verdad y de la moral en el mundo, y lo venera como a un rey lo quiere como a un padre.
En los obispos ve los sucesores de los apóstoles, y respeta en ellos la utoridad que gobierna el alma de los pueblos desde hace veinte siglos.
     En los sacerdotes ve los ministros de Dios junto a los pequeños, los infelices y los que sufren, puestos por la Iglesia en medio de ellos para elevar su pensamiento por encima de la tierra, para ayudarles a vivir, para ayudarlos a morir.
     En los fieles, por último, ve a los hermanos en el Señor, ciudadanos de la misma Ciudad santa, aspirando como él a la misma Patria de allá arriba, como él miembros vivientes de Jesucristo.
     Oveja dócil entre todas las del divino redil, el católico se somete humildemente a todas las leyes que rigen la sociedad religiosa a la cual él está subordinado; doblega delante de ella su pensamiento y su corazón.
     -"¡Ayuna!"
le dice la Iglesia. Y él ayuna.

     —"¡Confiésate!" Y se confiesa.
     —"¡Ve a misa!" Y va a misa.
     Y sufre por los males que afligen a esta Madre de su alma; y se alegra de sus triunfos, porque para él la causa de la Iglesia es la causa misma de Dios.
     Atacada, la defiende siempre, ya sea al preció de su tranquilidad, al precio de su posición, al precio de su vida. Perseguida, la consuela con sus ternuras, no teniendo más que una ambición, la de ser perseguido como ella, con ella y para ella.
     En fin, no se contenta con crer que está en la verdad, y que su Religión, una, santa, católica y apostólica, es de todas la más venerable y la más divina; lo prueba por sus virtudes.
     Tal es, hijo mío, el ideal del católico, hijo verdadero y fiel de la santa Iglesia de Dios; es hacia este tipo de noble sumisión y de fiero valor al que debes imitar desde tu juventud; es el que debes realizar en tu vida.
     No dejes torcer tu camino por el escándalo de tantos católicos de nuestros tiempos, que no son católicos más que de etiqueta, y que prácticamente nada los distingue de los protestantes y los judíos; no aman a la Iglesia; no obedecen sus leyes, apenas las conocen.
     Felices han de ser cuando siquiera no han vendido su alma al diablo en las sectas, y cuando, renegados implacables, siquiera no lleguen a ser ardientes perseguidores de esta Iglesia que los ha bautizado!
     ¿Qué importan a la rectitud de tu corazón tan monstruosos extravíos? ¿Y qué sentimiento pueden inspirar a tu alma esas vergonzosas traiciones, si no asco?

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