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lunes, 20 de junio de 2011

LA ULTIMA CRUZADA (4 Y ÚLTIMA)

Por Mons. José F. Urbina Aznar

¿SERA TIEMPO TODAVÍA?
¡Hagámoslo!, ¡esta es la verdadera defensa de nuestra Patria, de nuestra sociedad, de nuestra civilización, de nuestra familia, es la salvación de nuestra alma, pero sobre todo, de nuestra Iglesia!. Este es el único cimiento sobre el que se puede construir con éxito perpetuo nuestro mundo, porque todo lo que sea edificar fuera de la Roca firme, sobre la Roca de Dios que es Pedro, es pura vanidad, es pura soberbia y es pura ilusión que no prevalece. Porque, "NADA SE CONFIRIO INDEPENDIENTE DE PEDRO", porque "Jesucristo no concibió ni formó a la Iglesia de modo que comprendiera pluralidad de comunidades semejantes en su género, pero distintas, y no ligadas por aquellos vínculos que hicieran a la Iglesia indivisible y única, a la manera que profesamos en el Símbolo de la Fe: Creo en una sola Iglesia... Cualquiera otra que fuera de ésta se imagine, al no ser fundada por Jesucristo, no puede ser la verdadera Iglesia de Jesucristo... Mas El que la fundó única, LA FUNDO TAMBIÉN UNA, es decir, de tal naturaleza, que cuantos habían de formar parte de ella, HABÍAN DE ESTAR UNIDOS ENTRE SI POR TAN ESTRECHÍSIMOS VÍNCULOS, QUE DE TODO PUNTO FORMARAN UNA SOLA NACIÓN, UN SOLO REINO, UN SOLO CUERPO..." (Satis Cognitum. León XIII).
Este mismo Papa, decía que cuando los obispos no están unidos, se diluyen "en una muchedumbre confusa y perturbada". ¿Ha cambiado ya este Magisterio?.
Iniciemos la ULTIMA CRUZADA antes de que sea tarde. RECUPEREMOS A PEDRO. Pongámoslo entre nosotros para ser indestructibles y para que Dios nos hable por él, PARA VER EL MILAGRO DE DIOS QUE TANTO HEMOS PEDIDO. ¡DESTRUYAMOS AL ANTICRISTO!. Recuperemos las casas de Dios profanadas horriblemente con la ayuda divina que se obtiene por medio de la Iglesia unida con Pedro. Rechacemos trabajar solamente por nuestras pequeñas parcelas, rechacemos a los CRIPTO-PAPISTAS ACTUALES. ¿Por qué no queremos tener a Pedro entre nosotros, si esto depende solamente de nosotros?. Recuperemos más que nada, al pueblo seducido y engañado del que somos responsables, pues nosotros, SI SABEMOS LO QUE ESTA PASANDO. Ciertamente somos pocos, pero ¿ya se ha perdido la fe en Dios?. Arrojemos a Satanás al lugar que le corresponde. Demos gloria a Dios aún en medio de los peligros y de las renuncias. NO HAY NADA MAS IMPORTANTE QUE LA ELECCIÓN DE PEDRO. Ni nuestras comunidades, ni nuestros grupos, ni nuestro apostolado diverso puede ser más importante, palabra de la Iglesia, porque si dilatamos la elección de Pedro, estamos destruyendo a toda la Iglesia. Rectifiquemos nuestro mal obrar, nuestra negligencia, nuestro miedo, nuestra inacción por ignorancia o por confusión, y levantemos nuestros ojos llenos de inmortalidad, celosos de la gloria de Dios. Unámosnos en holocausto, incluso, si es necesario, celosos del triunfo de Cristo. Perdonémosnos, ¡no nos condenemos ya más!, dejemos todas las causas en manos de nuestro Santo Padre, no las juzguemos nosotros, no usurpemos su lugar. ¡Revivamos la Caridad!, y seamos temibles a nuestros enemigos. Renunciemos a nuestros espíritus sectarios por la gloria de la Esposa inmaculada del Señor. Renunciemos a quienes nos hablan distinto. No entendamos sus razones lógicas o prudentes. No importa que por un tiempo el papa esté entre nosotros y sea conocido solamente por nosotros. Es decir, la Iglesia oculta toda, y no una parte. Lo esencial es tenerlo para ser guiados, confirmados, fortalecidos, consolados, unidos y objeto de la promesa de Jesucristo. Para que la Iglesia recupere su autonomía y no esté sujeta a otras prudencias y conveniencias. Y a otros manipuleos. ¿Será posible que ya no se crea que el Señor nos habla por Pedro?, entonces, ¿YA NO QUEREMOS OÍR SU VOZ?, ¿por qué esa tranquilidad inexplicable?. Desoigamos a los que nos predican cosa diversa o contraria. No arriesguemos nuestra Fe y nuestra salvación. Respondamos a los llamados de Dios con generosidad y al gravísimo compromiso personal ¡señores sacerdotes, señores obispos!, con nuestro Salvador.
Seamos fieles a la Doctrina, seamos congruentes. Este es un urgentísimo y angustiado llamado a sus conciencias. Recuerden que NO ES EL MEDIO CANÓNICO EL ÚNICO MEDIO JURÍDICO, para sacar a la Iglesia de esta espantosa crisis. Si nosotros no lo hacemos, ¿QUIEN PUEDE HACERLO?. Hagamos una sola cabeza con quienes queremos que nos gobierne el papa. Quienes queremos a nuestro amadísimo Padre. Quienes queremos obedecerle, obedeciendo así a nuestro Señor, y no a los hombres. No importa el numero, ¡para Dios eso no es importante!, y esto lo sabemos perfectamente bien. Si somos pocos, luego vendrán los demás. Dios llamará a quienes quiera, en su momento. El suscitará al ejercito que ha de expulsar al gran Impío, pero, ¿pretenderemos ver esto sin la Roca?, ¿lo pretendemos ver en la división?, ¿hasta cuando permitiremos que la Iglesia dividida sea la burla de todos, sea utilizada para otros fines?, ¿el instrumento que manipula el primero que pasa?. ¿No hemos pensado que un día moriremos y que estaremos ante el Señor para darle cuentas de lo que hicimos y de lo que dejamos de hacer?, ¿quiénes estarán para abogar por nosotros?, ¿del daño o beneficio que nuestras acciones u omisiones hicieron hasta sus últimas consecuencias?, ¿queremos encontrarnos con un Padre clementísimo o con un Juez implacable?.
Bien decía el Dr. Homero Johas en su artículo NO ESTAMOS EN TINIEBLAS publicado en la revista ROMA, que, "quien quiere quedarse solo, instituye la "iglesia" de su propio juicio (Tim. 3, 10); de su propia inteligencia (Prov. 3, 5), la "iglesia" de "nosotros solos", del "ego" encima de todo, la "iglesia" de su propia "voz".
San Juan de la Cruz, también nos enseña que el alma humilde, "no se atreve a tratar a solas con Dios, ni se puede acabar de satisfacer SIN GOBIERNO y consejo humano. Y así lo quiere Dios, porque en aquellos que se juntan a tratar la verdad, se junta El allí para declararla y confirmarla en todos..." (SUBIDA AL MONTE CARMELO. Lib. II, Cap. 22). ¿Es posible la unidad de la Iglesia sin Pedro?, la verdad es que en muchos esto ya no parece importante. ¿Es posible desechar la soberbia, siendo así humildes y permanecer sin gobierno y dirección, robándole a la Iglesia su autonomía?.
Tampoco podemos tener ninguna esperanza en lo que acontece en el Vaticano. Todo aquello ha quedado inficionado, contaminado con toda clase de males y herejías. Todo está férreamente controlado por los enemigos que poco a poco han ido penetrando por una labor de siglos. La Capital católica ha caído en manos de nuestros enemigos, y NUNCA podremos obtener el triunfo si no nos unimos bajo las llaves de San Pedro. Labor humanamente imposible si no contamos con la ayuda de Dios. Si hemos de recuperar el Trono de Roma, no lo haremos en ninguna forma estando desunidos. Pero si el mundo está en sus últimos días, ¿nos quedaremos sin papa hasta que el Señor venga?, ¿no opondremos la verdad al error y el papa al Anticristo, para hacer posible que muchas almas que el Señor quiera llamar, vengan a la verdad?, ¿nos haremos responsables de la pérdida de esas almas?.
¿No nos daremos cuenta jamás de que la Iglesia remanente fue atacada por donde menos esperaba?, ¿y esta fue precisamente la desunión por la elección del papa?, REFLEXIONEMOS: ¿es desechable, es despreciable, es peligroso, es inconveniente el católico que habiendo conservado la Doctrina y los Sacramentos dice que quiere tener al papa?. ¿No nos daremos cuenta que en nuestro tiempo, la lucha más grande de Satanás y sus corifeos es que la verdadera Iglesia no se una nunca para elegir a Pedro?.
Ciertamente, para defender a la Iglesia en nuestro día, hay que decir con el profeta Jeremías: "Me he convertido en irrisión continua, todos se burlan de mí. Pues cada vez que hablo y tengo que proclamar: ¡Violencia y ruina!, la palabra de Yavé es para mí oprobio y befa todo el día... he escuchado la calumnia de muchos... Todos los que eran mis amigos acechaban mi traspiés. ¡Quizá se deje seducir, y así nosotros lo venceremos y nos vengaremos de él... salí del seno de mi madre, para no ver más que dolores y tormentos, y consumir mis días en la confusión" (Jer. 20). ¿Le temeremos a ésto?.
Si obramos bien, habremos salvado a la Iglesia, y seremos el abono feraz para la Iglesia de mañana, si el mundo continua. Habremos también, salvado a innumerables almas. Nadie puede excusarse de participar en esta cruzada sin ser culpable, ni podrá ya decir, que no sabía.
No seamos tampoco culpables de aquello que condenaba el Papa Gregorio XIV (1590-1591), en su Bula del 21 de marzo de 1591 dirigida no solamente a los laicos, sino "también a los eclesiásticos y religiosos": "...muchos por avidez, o, por miedo a perder dinero, tratan ilegalmente de impedir o atrazar elecciones o promociones, directa o indirectamente, por sí mismos o por medio de otros".
Terminamos este escrito, en el momento en que Juan Pablo II, y un equipo de "liturgistas" se dispone a implantar, desechando el presente NUEVO ORDO MISSAE que Paulo VI introdujo desde el 28 de noviembre de 1969, un nuevo rito para la "misa" que a decir de la rama "tradicionalista" de la actual Iglesia progresista del Vaticano, no conserva ya ninguna noción de la Doctrina católica, sino que es un rito completamente AGNÓSTICO, que permite con toda libertad al sacerdote oficiante, tener otras doctrinas o negar dogmas sin violentarse en lo absoluto, por los textos litúrgicos de este nuevo rito. (Revista italiana "30 DÍAS", Núm. 111, año X).
Esta nueva "misa" que se pretende introducir en el año 2,000, es evidente, provocará una nueva gran división en la Iglesia que ha permanecido fiel a los antipapas del Vaticano, y estarán en la misma posición que la actual Iglesia remanente estuvo en 1969, cuando fue implantado el rito de Paulo VI, que a decir de los Cardenales Ottaviani y Bacci, se apartaba impresionantemente de la Doctrina teológica de la Iglesia.
Es obvio, que todas las herejías introducidas en los nuevos catecismos, en la liturgia, en los seminarios y por todas partes en la Iglesia del Vaticano, no son suficientes. Todos los horrores permitidos por esos supuestos papas y clero mundiales, todavía tienen un olor a Cristianismo, que los enemigos del nombre cristiano odian. Se disponen, pues, a eliminar completamente todo lo que pueda dar una idea de la antigua Iglesia Católica, y lo quieren hacer a la mayor brevedad posible. Y no solamente quieren borrar completamente la idea cristiana, sino desaparecer el mismo cuerpo social de la Iglesia para diluirse en toda clase de sectas o en las doctrinas anticatólicas. Esta nueva reforma traerá una escisión muy lamentable, porque en esa Iglesia hay una inmensa mayoría de almas que han sido engañadas y seducidas por las artes diabólicas del Anticristo; que nunca han querido dejar de ser católicas y que quieren continuar fieles a la Iglesia de Cristo. ¿No es por eso mismo que las conversiones son tan difíciles, casi imposibles a nuestra verdadera Iglesia de las catacumbas?, ¿y no es verdad que nuestra acción ha de salvarlos también?. A la vista de tanta desgracia, ¿nos hemos de negar a unirnos y a elegir a Pedro, para que nuestro Señor recupere según Su Corazón para Su verdadera Iglesia y antes de Su Parusía a todos los elegidos?, ¿nos dejaremos de razgar las vestiduras por todo aquello que no nos parece como si estuviéramos en tiempos normales, y que son cosas que a veces condenamos habiéndolas provocado?.
Aunque es muy impropio llamar "Iglesia" a todo el conjunto de fieles incluidos los que han quedado con el Vaticano, prestemos el nombre por un momento para decir, que tendremos después de esa "misa" agnóstica, una división y una confusión muchísimo mas grave que la que estamos viendo el día de hoy: 1. un grupo de progresistas a ultranza con esa misa avanzando siempre hacia el vacío y pudriendo todo lo que tocan; 2. un grupo "tradicionalista" aferrado a la "misa" de Paulo VI según la inspiró el Concilio Vaticano II; 3. con seguridad otro grupo intermedio, dividido en quién sabe cuántas corrientes; 4. un grupo de tradicionalistas apegados a la Misa de San Pío V, divividos en: aquellos que dicen que Juan Pablo II es verdadero papa, pero "papa malo"; los que dicen que es papa "materialiter" pero no "formaliter"; los que dicen que no es papa y que por lo tanto la sagrada Sede de San Pedro está vacante. Este último grupo, dividido también entre los que no quieren elegir al papa, y una minoría que quiere elegirlo.
¿Es de nuestra incumbencia lo que sucede en la Iglesia del Vaticano II?, ¡ciertamente que sí, y mucho!, porque esa es nuestra Casa de la que fuimos expulsados. Es el cuerpo social, visible que aunque privado de su espíritu, está siendo descuartizado por nuestros enemigos aferrados a los mandos. Es nuestro objetivo de conquista con la ayuda de Dios. Son las almas que serán aún más confundidas entre más corrientes y opciones, todas erradas, que han de alejar de la ortodoxia a todas esas almas, mucho más de lo que están ahora.
Como si esto fuera poco, se extiende a gran velocidad, la opinión de que Juan Pablo II es el último papa, por lo que después vendrá el Anticristo. Con una audacia soberbia, se está "profetizando" sin consciencia en base a revelaciones privadas muy dudosas y a apariciones marianas. Esto ya se dice con gran seguridad en publicaciones muy diversas, en Internet y de boca en boca, lo cual hemos comprobado ser conocido por cada vez mayor número de gentes incluso niños en edad escolar. Se le llama a Juan Pablo II el "auténtico profeta de nuestro tiempo", la "última salida", el que "abrirá el camino para la aparición del Anticristo" y otras cosas por el estilo. Y es evidente que no se pretende más, que crear una horrible desconfianza en la institución del papado. Estos acontecimientos que no hacen más que señalar a los actuales con los calificativos que ellos pretenden para los futuros, y así confirmar nuestros temores no basados en profecías, sino en hechos a la vista y bien cumplidos, completan un cuadro pavoroso de caos y confusión creado y basado en el inmenso poder de ese "otro" ocupando el puesto que al papa corresponde exclusivamente.
¿No es cierto que este panorama nos debe obligar aún más para elegir al papa por medio del cual nuestro Señor Jesucristo solucione esta terrible crisis que es sin lugar a dudas la mayor de toda la historia?, ¿no somos nosotros exclusivamente, los que tenemos los elementos, y así fuimos indignamente seleccionados, que Dios necesita humanamente para recuperar y salvar a la Iglesia? ¿Quiénes tienen la verdadera santa Misa que viene de Cristo y de los Apósteles, los verdaderos Sacramentos, la verdadera Doctrina?, ¿quiénes son los que han podido declarar que el sagrado Trono de San Pedro ha sido usurpado por antipapas?, ¿no seríamos más culpables por haber sido mayormente favorecidos?, ¿hemos de despreocuparnos completamente del peligro que significa no estar unidos todos a la cabeza, pues así, la herejía comienza a penetrar como penetra el polvo en las casas cerradas?. Sin contar que la primera gran herejía es no querer papa, y no querer unirse, han comenzado ya a aparecer las herejías aquí y allá, en personas o instituciones que creer, estar guardando celosamente la Fe. Porque es natural y lo sabemos muy bien. ¿Esto no causa ya alarma?, ¿estos "pequeños errores" no han de hacernos reaccionar violentamente alarmados?. Debemos recordar unas palabras del Papa León XIII: "NADA ES MAS PELIGROSO QUE LOS HEREJES QUE, AUNQUE CONSERVAN INTACTA CASI TODO EL RESTO DE LA ENSEÑANZA DE LA IGLESIA, CORROMPEN CON UNA SIMPLE PALABRA CUAL GOTA DE VENENO, LA PUREZA Y LA SIMPLICIDAD DE LA FE, QUE HEMOS RECIBIDO DE DIOS A TRAVÉS DE LA TRADICIÓN Y POR MEDIACIÓN DE LOS APOSTÓLES" (Satis Cognitum).
¿No nos parece afectado, yo le llamaría cosa de fariseos, estar impidiendo, bloqueando todo el tiempo la elección de Pedro, de la que viene la unidad, con toda clase de leyes, condenando todo con la letra de la ley en la mano, y perder así la ortodoxia doctrinal?.
Elevemos constantes ruegos al Dios del Cielo, no sin ninguna consciencia pidiendo una solución, sino rogando para que los hombres se levanten al fin para ser los canales de lo que Dios ha de obrar por medios humanos. Pidamos a nuestra Madre del Cielo, por cuyas manos llegan todas las gracias divinas, para que la unidad de la Iglesia y la elección de Pedro, nos sean concedidas. Nuestra santísima Madre aplastó la cabeza de Satanás e incuestionablemente, lo ha de hacer nuevamente. Confiemos, pues, si así se lo pedimos y obramos, en que nos será dado.
No desoigamos ésta, que puede ser nuestra última oportunidad. ¡Dejemos de tirar cargas de dinamita a las otras barcas que no forman la "iglesia de mi opinión", la del "propio ego", la de mi "propia voz", la de "mi conveniencia", la "iglesia exclusiva, iluminada y favorecida de Dios", la de "mi camino", y pasemos todos a una sola en la que esté el papa y Jesús con él!.
Si nos negamos, a pesar de lo que está pasando y estamos viendo, entonces paralicemos nuestros miembros indiferentes y nuestra consciencia cauterizada, y guardemos silencio, y abramos bien nuestros ojos adormilados y nuestros oídos, para escuchar el borbotar lejano de las primeras emanaciones morbosas de la terrible tormenta que se avecina, ya anunciada, de la furia rabiosa, de los barruntos por el horizonte ennegrecido. ¿Es que también vamos a ser insensibles a tantas cosas claras para los ojos de la carne, después de haberlo sido a los ojos del espíritu?, pregunto, ¿no estamos viendo lo que ya comienza a suceder que tiene su origen no tanto en la maldad del mundo, sino en la falta del Sacrificio y la ausencia de Pedro?. Veremos todo lo que va a pasar, no lo dudemos, y sabremos que de todo, si no actuamos, somos culpables. No digamos ya que amamos a la Iglesia, no digamos que amamos al papa, no digamos que amamos nuestra Doctrina, nuestros Sacramentos, nuestra Misa que tanto alarde hacemos de defender. ¡Ya no seamos hipócritas!. No digamos que amamos al prójimo por el que estamos luchando, y no digamos que amamos a Jesucristo. Porque para esto es indispensable la Caridad, Y LA CARIDAD ES UNION.
Dios ha de oponer entonces a nuestra orgullosa civilización tecnológica, la devastación; a nuestra apostasía, indiferencia y sordera, el fanatismo religioso que aborrece todo Cristianismo; y a nuestro apego al dinero y a todos los bienes terrenales que poseemos, la pérdida total. Nos ha de entregar a Sus enemigos para una espantosa purificación, pues siendo nuestro Padre bondadoso, no quiere que nadie se pierda, pues quiere salvar a la mayoría.
¡Dios nuestro Señor, quiera que no sea ya tarde!


A MODO DE EPILOGO.

Las doctrinas transcriptas, o expresadas en este opúsculo que sujeto en todo y absolutamente al Magisterio, no son exhaustivas, pero deseo que sean suficientes para hacer reflexionar a tantos que han permanecido en la indiferencia, en el aislamiento o se han negado a la acción que a los hombres nos corresponde.
Nada de lo que estamos haciendo ahora, si no buscamos primordialnente la unidad y la elección de Pedro de la que viene esa unidad, se puede justificar. No podemos permanecer sumidos en la EXTREMA NECESIDAD PERPETUA olvidando pugnar con todas nuestras fuerzas y recursos por una solución pronta. Tampoco podemos justificar de ninguna manera, actuar como si nada estuviera pasando abandonados solamente a la ayuda divina; predicar como si nada estuviera pasando; aplicar la letra de la ley como si nada estuviera pasando, reprobando siempre todas las medidas y acciones de quienes algo quieren hacer, sobre todo, cuando esas medidas y acciones ajustadas con mucha propiedad a las doctrinas de los moralistas y canonistas más insignes, y a contingencias de extrema necesidad actual, a veces pasan sobre la ley escrita o sobre el parecer o capricho de tantos pseudo-moralistas o pseudo-canonistas multiplicados ahora en forma increíble. Acusar siempre violaciones que se descubren por todas partes cerrando los ojos a tanta necesidad, es decir, oponer la ley humana a la divina en esta terrible emergencia. Asumir esta actitud es una muestra evidente de inconsciencia, de ignorancia, de inadaptabilidad en la extrema necesidad, de soberbia o de intenciones contra la salvación de la Iglesia, salvación en la que todos debemos participar. Es cerrar los ojos a la luz de la Fe, para abrirlos a esa luz tan débil de la prudencia humana. Debemos recordar que para salvar a la Iglesia contra el peligro del "papa" judío Pierleoni, el Cardenal Aimérico, actuó a favor de la elección de Inocencio según muchos teólogos, canonistas e historiadores con graves irregularidades, que fueron aprobadas por San Bernardo de Claraval y por la Iglesia. Entre otras cosas, se reunieron solamente seis electores en secreto, partidarios de Inocencio, contra los veintitrés restantes partidarios del cripto-judío, que no fueron convocados al cónclave. (Complot contra la Iglesia. Maurice Pinay. Pag. 380 y 381). ¿Desconocemos la actuación del Papa Pascual II (1099-1118) y las declaraciones del Concilio de Guastala (1106) en un momento de extrema necesidad por la falta dramática de sacerdotes? (Denz. 358).
Porque el medio canónico, no es el único medio jurídico, y porque la ley humana no puede impedir la misión de la Iglesia que es salvar almas. Se trataba de salvar a la Iglesia en extrema necesidad.
Tampoco podemos aceptar una situación de ACEFALIA PERENNE y de INDEFINIDA ESPERA DE SOLUCIONES, como si éstas no dependieran también de nosotros, porque estamos poniendo en peligro a la Iglesia. Si por cualquier cosa quisiéramos alargar esta acefalia, no estaríamos moralmente autorizados a usar la Epiqueya que AMPLIAMENTE autorizó, camino a la restauración jerárquica y a la elección de Pedro, SOLAMENTE, las consagraciones sin mandato pontificio y otras cosas diversas. Soslayar las cosas principales que tenemos la grave obligación de hacer y llenarnos de otros compromisos aún en bien de las almas, es traicionar nuestro más grave deber que es la perpetuación de la Iglesia, porque, POR SALVAR, ENTONCES, LO POCO, VAMOS A PERDER EL TODO. Salvar el todo es salvar lo que se dejó del poco.
¿Cómo queremos cumplir el grave precepto de amar al prójimo, si no queremos unir a la Iglesia?. Santo Tomás de Aquino dice: "...el amor implica la unión" (1-2, q. 25, a. 2). "...el amor tiene por objeto el bien general, poseído o no poseído..." (1, q. 20, a. 1). También dice: "...cuando se ama a alguien por amor de amistad, quiere el bien para quien ama como lo quiere para sí mismo..." (1-2, q. 28, a. 1) .
¿Cómo es posible que amemos a la Iglesia, si no queremos elegir al papa QUE SABEMOS MUY BIEN, ser el ÚNICO y divino medio para que esta unión sea lograda?. En 1-2, q. 28, a 1, de su Suma, dice Santo Tomás: "...el amor produce la primera unión afectiva, puesto que mueve a desear LA PRESENCIA DEL OBJETO AMADO, como conveniente y perteneciente a uno mismo".
Si sufrimos esta crisis, si nos importa esta crisis, si queremos que termine pronto, y no ver a la Iglesia postrada y humillada, ¿cómo es posible que esto sea verdad a la luz de las palabras de Santo Tomás?: "...el amor no nace súbitamente, sino de la asidua consideración de la cosa amada" (2-2, q. 27, a. 1). ¡Y bien extraño parece que después de tanto tiempo, todo se mantenga en la inacción y que todo este tiempo de horrores y de antipapas, no haya producido más que recóndito "dolor", gran preocupación, más que un deseo ferviente de levantarse y defender nuestra causa!.
Las palabras de San Gregorio Magno en su carta a los obispos de Istria en el año 585, pueden ser aplicadas con mucha propiedad a la situación de hoy: "El que no guarda esta unidad de la Iglesia, ¿CREE GUARDAR LA FE?, el que ABANDONA Y RESISTE a la Cátedra de Pedro, sobre la que está fundada la Iglesia, ¿CONFIA ESTAR EN LA IGLESIA?... No puede llegar al premio de la paz del Señor, porque rompieron la paz del Señor CON EL FUROR DE LA DISCORDIA..." (II Dilectionis Vestrae).
Reflexionemos: ¿no es "abandonar" y "resistir" a la Cátedra de Pedro, condenarla a la INEXISTENCIA?. ¿No nos estamos engañando rumiando un supuesto dolor por una situación por la que no hemos levantado un dedo efectivamente?, ¿no será que se cumplen las palabras de León XIII?: "Vosotros que del Evangelio creéis LO QUE OS AGRADA y os negáis a creer LO QUE NO OS AGRADA, crees en vosotros mismos MUCHO MAS QUE EN EL EVANGELIO" (Satis Cognitum). Porque, "todos los que tienen respecto de la cabeza un sentimiento DIFERENTE del de las Escrituras, en vano se encuentran en todos los lugares donde se halla la Iglesia, PORQUE NO ESTÁN EN LA IGLESIA" (ídem), "... los contumaces contra la autoridad de la Iglesia, y LOS PERTINAZMENTE DIVIDIDOS DE LA UNIDAD de la misma Iglesia y del Romano Pontífice a quien fue encomendada por el Salvador la guarda de la viña, NO PUEDEN ALCANZAR LA ETERNA SALVACIÓN" (ídem).
En LA PALABRA DE CRISTO, Bernhard Haring, T. II, Pág. 543, leemos: "La presencia de Dios entre nosotros, es un efecto de Su Amor. Lo primero que queremos para nosotros mismos, es tenernos presente... y por eso, incluye el deseo del amado, ESTO ES, SU PRESENCIA".
¿Amamos al papa, o ya encontramos justificaciones para dilatar su presencia?, ¿no sabemos que tenerlo a él significa tener la Vos y gobierno del Señor?, ¿amamos a Cristo?.
Cuando estamos en la misma barca (Mat. 8, 23; Marc. 4, 35; Luc. 8. 22) y en esta barca esta Pedro, y está también Jesús, ¿no tendremos la seguridad de la perpetuidad, de la unidad, de la indestructibilidad, aún en medio de las más grandes tormentas y de los más poderosos enemigos?, ¿podremos tener así algún temor cuando la Palabra de Cristo está comprometida?. Sin embargo, ¿quién puede estar tranquilo cuando no existe la barca de Pedro de timón seguro que las tormentas o las bonanzas llevan al puerto seguro y a la derrota de todo enemigo, y a diferencia se tiene diferentes barcas alejadas entre sí además de que no está el piloto experimentado e infalible?, ¿no seremos afectados de un gran temor y por un sentimiento de inseguridad y dr responsabilidad que nos obliga gravemente en consciencia?. ¿Prevaleceremos de esta forma?, ¿no seremos culpados por estar a la deriva y exponiendo a todo el pueblo a los más grandes peligros?, ¿podemos con tranquilidad ver pasar esta crisis, agravarse la tormenta semanas, meses, años, sin actuar?.
Somos siervos de Cristo que tiene todos los derechos sobre nosotros. No somos servidores de hombres. Tenemos obligaciones primordiales que cumplir. No somos ciudadanos del mundo. El Señor nos ha dicho todo lo que necesitamos saber para actuar en toda situación. Por eso, San Juan de la Cruz escribía: "Si te tengo ya habladas todas las cosas en Mi Palabra, que es Mi Hijo, y no tengo otra, ¿qué te puedo yo ahora responder o revelar que sea más que eso?. Pon los ojos sólo en El, porque en El te lo tengo dicho todo y revelado, y hallarás en El aún más de lo que pides o deseas. Porque tu pides locuciones y revelaciones en parte y, si pones en El los ojos, lo hallarás en todo, porque El es toda mi locución y respuesta, y es toda mi visión y toda mi revelación..." (Subida al Monte Carmelo, Lib. II, Cap. 22).
Hay que elegir, pues, entre seguir vegetando en esta situación vergonzosa y escandalosa que nos lleva a un caos aún mayor y a renunciar a nuestra ciudadanía, o, levantarse con generosidad para asumir nuestra responsabilidad a la luz de la Doctrina y no según nuestro parecer o el de cualquier otro.
Es necesario meditar las palabras de León XIII: "Aquellos que hacen profesión del Cristianismo reconocen de ordinario que la Fe debe ser una. El punto más importante y absolutamente indispensable, AQUEL EN QUE YERRAN MUCHOS, consiste en discernir DE QUE NATURALEZA ES, DE QUE ESPECIE ES ESTA UNIDAD. Puesta aquí, como Nos lo hemos dicho más arriba, en semejante asunto NO HAY QUE JUZGAR POR OPINIÓN O CONJETURA según la ciencia de los hechos hay que buscar y comprobar cual es la unidad de la Fe que Jesucristo HA IMPUESTO a la Iglesia" (Enc. Satis Cognitum).
Si se niega este requerimiento a Dios en la hora de la tribulación, y por cualquier motivo se evita o se resiste a ver con claridad lo que se tiene ante los ojos, ¿somos siervos de Cristo?, -si porque nos ofrecen el vino fino en un vaso de barro, ¿rechazaremos tomar ese vino?.
Sirvamos a Jesucristo no mirando la obligación que como ministros nos corresponde. No miremos para nada así la cosa. Veamos más bien el Calvario. Fijemos nuestra vista en cada una de esas terribles llagas que todos los hombres Le hicimos, por manos de romanos e instigación de judíos. Obremos y salvemos a Su Iglesia por amor a El y por amor a los hombres a quien El amó y con quienes se hizo solidario para salvarlos.
Hagamos una misma cabeza con los pocos, aún muy pocos, obispos y sacerdotes que quieren ponerle fin, con la ayuda de Dios que los hace invencibles, a esta situación increíble. Con los que queremos comenzar la última cruzada. Este es el tiempo de la renuncia, del perdón, de la unidad en la Caridad y del sacrificio. No juzguemos la acción de otros que actuaron por la extrema necesidad. No nos sintamos puros e impecables. No usurpemos el juicio que solamente al papa corresponde. No dividamos más. Terminemos con este escándalo. Por amor a Dios, ¡hagámoslo!. Recibamos con amor y con buen espíritu a todos los que quieren salvar a la Iglesia. ¡RECHACEMOS A LOS INVASORES!, pero acordemos ya CON TODOS el plan para el rescate de nuestra casa. ¡Luego llegará el momento de la gloria!.
Nuestro Señor nos ha puesto en este momento histórico y nos distinguió así inmerecidamente para esta gran misión que es la lucha del fin. Se nos ha dado mucho. La verdadera Misa y Sacramentos, la Doctrina, la Fe y muchos otros bienes. Pero también, mucho se nos pedirá.
¡No despreciemos Su amorosa predilección!.

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