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viernes, 17 de febrero de 2012

¿SON NUESTROS "HERMANOS SEPARADOS" LOS PROTESTANTES?. (2)

Por Mons. José F. Urbina Aznar

El autor protestante Van Baalen dice en su libro EL CAOS DE LAS SECTAS: "Los fundadores de la mayoría de las sectas más populares... no son que digamos gente de una erudición consumada; antes al contrario, más que frecuentemente son chapuceros que descubren una idea y luego la refuerzan y la apuntalan con recursos de muchos otros campos". Yo no veo absolutamente ningún motivo para no decirles chapuceros no solamente a los fundadores de las sectas más populares, sino a todos los fundadores de todas las sectas protestantes. ¿Cuál es el límite para calificarlos en esta forma?.
El ilustrísimo protestante Teodoro de Beza, en su carta a Andream, le dice: "Estoy viendo a los nuestros ir a derecha e izquierda, errar a todo viento de doctrina. Lo que piensan hoy de la religión pueden saberlo, pero lo que pensarán mañana te será imposible afirmarlo. ¿Sobre qué punto de la doctrina están de acuerdo las iglesias que han declarado la guerra al Romano Pontífice?. Examínalo todo de principio a fin y apenas encontrarás una cosa afirmada por uno de ellos, que luego lo califique el otro de impiedad".

El mismo Martín Lutero en una carta a Zwinglio le decía: "Si el mundo todavía dura algün tiempo, las infinitas y distintas interpretaciones que se habrán dado a la Escritura, nos obligarán para conservar la unidad de la Fe, a recibir de nuevo los decretos de los Concilios y a refugiarnos en la Silla de Roma y sus decisiones".
El obispo Saint-David protestante, definió al Protestantismo como "la abjuración del papado" y Hegel, otro famoso protestante, decía de ellos: "Se han unido en la nulidad".
Lutero se asustaba del monstruo que creó y que el deán anglicano Farrar en su libro THE BIBLE, ITS MEANING AND SUPREMACY (Pág. 128-129) proclama con orgullo: "A fin de discernir, dice, la palabra de Dios contenida en la Escritura, debemos investigar y escoger aquello que satisface nuestra razón; pues solamente nuestro juicio privado es el último tribunal al cual podemos apelar para conocer qué partes, qué sentencias, qué interpretaciones de la Biblia podemos y debemos aceptar". Años antes Lutero proclamaba: "Derribemos toda esa vieja armazón de la antigua ortodoxia de las escuelas de Teología, de la autoridad de los Padres de la Iglesia, de los Concilios, de los Papas, del consenso de los siglos y no admitamos más que la santa Escritura pero con la condición de que tendremos derecho de interpretarlas y entenderlas del modo que nos parece conveniente".

Pero se puede pensar que la revolución protestante fue solamente doctrinal y no hay error más grande. El génesis del Protestantismo está manchado de sangre. Los crímenes más horrendos, el saqueo, la destrucción, el odio se fueron extendiendo por toda Europa, fomentados por los mismos iniciadores de esta diabólica conflagración. "¿Por qué decía Lutero, no nos abalanzaremos con todas nuestras fuerzas contra estos maestros de perdición: el Papa y los Obispos, sin cejar en la demanda hasta que nos lavemos las manos en su sangre?. Si pereciéreis en la lucha antes que la Bestia sea degollada, un solo pesar debe quedaros en el corazón: el no haber podido clavarle en el pecho un puñal por vuestra propia mano. Es menester tratar como a hato de ladrones a todos aquéllos que defienden al Papa, ya sean reyes, ya emperadores". También decía: "El Papa y los Cardenales deben ser exterminados, y como blasfemos que son, deberían sus lenguas serles arrancadas por la nuca y enclavadas en las horcas" (Ver: Wider das Papsthum za Rom. 1945, 130).
Erasmo de Rotterdam escribió lo siguiente: "Ya no se requiere la confesión auricular, por lo que la gente ya no se confiesa ni siquiera a Dios. El ayuno y la abstinencia han caído en desuso y el pueblo se entrega a la borrachera".
Lutero reconoce: "Vemos que la gente se vuelve más infame y cruel; más avarienta y lujuriosa y peor en todos los órdenes que cuando estábamos regidos por el papado". A la ciudad de Wittemberg la llama una "Sodoma de inmoralidades" y que aunque la mitad de sus habitantes "son adúlteros, usureros, ladrones y engañadores, las autoridades se cruzan de brazos".
El obispo protestante Pilkington dice: "Hemos roto las ligaduras que nos sujetaban a Roma y al Papa para vivir a nuestro capricho, sin que nadie nos acuse, y cuando los ministros se oponen a nosotros y quieren corregirnos, nos mofamos de ellos. Para mí tengo que el Señor se va a irritar un día y va a tomar venganza con su mano".
Decía Lutero: "Desde que se ha predicado nuestra doctrina, el mundo se ha ido haciendo cada vez más ateo y más desvergonzado; los hombres son más avaros y deshonestos que lo fueron bajo el papado; só1o se ven por todas partes ambiciones inmoderadas, verdaderamente devoradoras, lujuria escandalosa, desórdenes y odiosas pasiones" (Dollinguer, REFORMATION, Vol.I , P. 289). Melanchton decía: "La moral del pueblo ha ido de mal en peor. Lujuria y sangre humana están aumentando" (EPISTOLAS, I, 4, 100 y 209).

Enmedio de este descomunal pandemónium Lutero -que vive en amasiato con Catalina Bora, monja robada de un convento por su amigo Koppe, que dirige el saqueo y el rapto y a quien llama "bendito ladrón"- declara: "Yo, Martín Lutero, condené a muerte a todos los campesinos en rebelión; que todos ellos deberán sufrir la pena de muerte, fui yo quien lo dijo; toda su sangre pesa sobre mi cabeza, pero yo la arrojo sobre el Señor Dios que me mandó hablar de esta manera". (Werke, Erl. edition, lix, Pág. 284 TABLE TALK; Grisar Vol. III, Pág. 213).
En 1553 escribió Farel a Calvino: "Ya que el papa excomulga a nuestros fieles, es muy justo que nosotros condenemos a muerte a los católicos para robustecer a nuestros fieles".
Teodoro de Beza decía: "Magistrados cristianos, cumplid con vuestro deber, y servid a Dios que ha puesto en vuestras manos la espada para que salgáis por Su honor; herid con valentía a los monstruos disfrazados de hombres" (Vacandard, The Inquisition, 222 - 24).
Y mientras cientos de miles de familias y ciudades, estaban sumergidas en el horror, en el llanto, en la sangre y en la miseria., Lutero proclama: "Yo vencí al Papa, porque mi doctrina es la de Dios y la de él es la del Demonio... no hay ningún ángel en el Cielo y mucho menos hombre alguno sobre la Tierra que pueda ni se atreva a ser juez de mi doctrina: el que no la adopte no puede salvarse y quien no crea lo mismo que yo, está condenado al Infierno... maldeciré desde el Cielo a todos los que estén contra mí, porque yo soy más sabio que el mundo entero. A este Evangelio que he predicado yo, el Dr. Martín Lutero, deberán ceder y someterse, el Papa, los obispos, los sacerdotes, los monjes, los reyes, los príncipes, el demonio, la muerte, el pecado y todo, menos Jesucristo: nada podrá impedirlo. Afuera, pues, todo lo que estorba el camino porque he aquí que viene el que a nada cede" (Ver: T. II, Pág. 40 e-dición de Witt. germ; T. VII, Pág. 56, Ed. Witt; Fitz-Wi11iams, Cartas de Atico, Pág. 119). También decía: "Quienquiera que enseñase otra cosa de lo que yo enseño, sea condenado por Dios y permanezca por siempre hijo de los infiernos" (Samtliche, Werke, XXVIII, 1974).
Mayor estupidés no se ha escrito, porque, ¿cómo quiere Lutero que todos crean lo que él ha enseñado, si él enseñó que todos tienen la libertad para interpretar la Biblia como les inspira el Espíritu Santo?. Si se refería al decir que todos deben creer lo que él cree, a la libre interpretación, entonces los resultados son óptimos. Miles de sectas que encontradas unas de otras, se condenan y se persiguen furiosamente, es el lógico resultado.
El historiador protestante inglés William Cobbet, en su HISTORIA DE LA REFORMA PROTESTANTE, dice: "...lo mismo que los demás proyectos relativos a los pobres, proyectos tan crueles como disparatados, debe ser imputada a la Reforma Protestante, a esa grande y verdadera fuente de la pobreza, de la miseria y de la degradación que, desde que desgraciadamente se introdujo, ha agobiado a la grande masa del pueblo; sí, amigos míos, a la Reforma. Ella es en efecto, la que ha despojado de su patrimonio a la clase trabajadora y le ha arrebatado lo que la naturaleza y la razón le habían asignado; ella, la que le ha privado de un socorro que le pertenecía por un derecho imprescriptible que las leyes divinas y humanas le habían confirmado; y ella, la Reforma Protestante, en fin, la que en su lugar ha establecido un sistema coactivos intolerable y contra lo natural, que se dirige a crear un odio continuo entre los pobres y los ricos, en lugar de unirlos por los vínculos de la Caridad cristiana, como lo hacía la Religión Católica. ¿Qué cosa mala ni monstruosa hay que no haya producido la tal Reforma Protestante?".
Puede asombrar a cualquiera leer esto de la pluma de un protestante, pero eso se debe creo al peso tan grande de la evidencia histórica que en general el pueblo que cae en las redes de Lutero ignora.
Pero el historiador William Cobbet, no es el único protestante famoso que ha hablado contra el Protestantismo- El Dr. Hoeningaus, escribió una obra intitulada RESULTADO DE MIS EXCURSIONES POR EL CAMPO DE LA LITERATURA PROTESTANTE, y en ella podemos encontrar mil ochocientos treinta y siete testimonios contra el Protestantismo de distintos y famosos autores, todos ellos de religión protestante. El mismo Hoeningaus dice alarmado: "El espíritu anticristiano habla sin rebozo. Si bien tenemos la Biblia por regla de fe, no me atrevo ya a decir cómo se la interpreta: nuestras mismas universidades van tan lejos que temo que estén labrando su propia ruina, pues cuando la sal pierde su sabor, se la tira y se pisotea, y de seguro el Diablo tiene más fe que muchos de nuestros doctores. Mahoma mismo era mejor que ellos. Entre los turcos no habría uno capaz de blasfemar públicamente de Jesucristo, Abraham, Moisés y los Profetas, y entre nosotros hay muchísimos cristianos que lo hacen con sus palabras y escritos. Solamente los que explican como hechos naturales los milagros d,el Nuevo Testamento formarían una legión y sus adeptos son tan numerosos como las estrellas del firmamento". Sigue diciendo que muchísimos de los sermones que se oyen en los templos protestantes, podrían ser dicho en una sinagoga judía o en una mezquita turca, solamente quitando el nombre de Cristo, que sólo se dice por "mera fórmula".

LA PERSECUCION ENTRE LAS MISMAS SECTAS PROTESTANTES.
Se puede pensar que el primer cisma de la Iglesia Católica y la infinidad de divisiones posteriores solamente se dieron en el campo de la doctrina, pero esto no es así. La Revolución luterana trajo mucha sangre y mucha desgracia y mucho horror entre todos aquellos que se vieron envueltos, queriéndolo o sin quererlo, en esta conflagración. Los protestantes son gente violentísima y así lo demuestran apenas tienen la menor oportunidad. En el año de 1556, el Pfalsgraf, Otto Heinrich, declaró que la doctrina de Lutero era la única que podía ser profesada en su territorio, pero su sucesor Federico III tres años más tarde, condenaba la doctrina de Lutero y declaraba que la única que en ese territorio se podía profesar, era la de Juan Calvino. Los antes perseguidos por Heinrich y sus partidarios, se abalanzaron entonces contra los luteranos y los persiguieron y los mataron en igual forma que antes había sucedido con ellos. Pero en 1576, Ludwing, hijo del anterior restableció el credo de Lutero después de haber perseguido, encarcelado y matado a todos los ministros de la iglesia de Lutero y a sus seguidores. Luego, en 1583, Juan, hermano de Ludwing restaura el Calvinismo en la misma forma cruel y sangrienta que los anteriores. Y así tenemos que la pobre gente del pueblo, se vio obligada a cambiar nuevamente de religión bajo pena de muerte. En menos de cuarenta años, el pueblo fue obligado a cambiar cuatro veces de religión, sin contar la primera apostasía del Catolicismo al Protestantismo.
En Sajonia, se desterraba a los católicos y a los swinglianos que no estaban de acuerdo con Lutero, y a los anabaptistas se les encarcelaba para esperar su condena a muerte. Muchas veces se les encerraba en jaulas pequeñas en las que con dificultad cabía un hombre, a varios metros del suelo, y en ellas morían y sus cuerpos se desintegraban y caían a pedazos. El autor Henry Kamen, en su libro LOS CAMINOS DE LA TOLERANCIA, incluye una foto de estas jaulas, -que aun se conservan- colgadas de la iglesia de San Lambert (Pág. 72, Editorial:. Biblioteca para el hombre actual. Guadarrama, 1967).
A Tomas Muntzer, fundador de los anabaptistas, los luteranos lo decapitaron. Al sabio Miguel Servet, descubridor de la circulación de la sangre Calvino lo mandó a la hoguera. Melanchton escribió a Calvino en 1554: "Estoy enteramente de acuerdo con la muerte de Miguel Servet en la hoguera, y declaro que tus jueces han obrado cuerdamente y han sido muy sabios al condenar a muerte a este blasfemo". ¿Y cuál había sido la blasfemia de éste?, declarar que la sangre circulaba por el cuerpo.
Justo Sierra, que no puede ser calificado como católico, escribió en su HISTORIA GENERAL: "Pocas veces ha presentado la civilización en sus anales, un tipo más completo de abominable tiranía que el creado por Calvino, que persiguió a la sexta parte de los habitantes de Ginebra y condenó al destierro o al cadalso a la treinta y sieteava parte de ellos".
Y Rousseau en CARTAS DE LA MONTAÑA decía de Calvino: "¿Y quién fue más cortante, más imperioso, más decisivo, más dinámicamente infalible que Calvino, para el cual la más ligera oposición era siempre una obra digna de Satanás, un tremendo crimen merecedor del fuego?, ¡yo creo que es Dios!". Entre 1558 y 1559 solamente, hizo ejecutar a algo más de quinientas cincuenta personas de toda edad y condición.
Un protestante de Ginebra llamado Galiffe escribió: "Estableció el reinado de la intolerancia más feroz. Faltaba sangre a aquella alma de cieno para amasar su crimen".
En 1564, muere Calvino debido a una úlcera agusanada y apestosa. En la actualidad se ignora el lugar de su tumba.
Como antes ya dije, la Iglesia Anglicana cuyo jefe y fundador fue el Rey Enrique VIII, persiguió a los bautistas, al separarse de esta iglesia su fundador Juan Smith y se refugió en Amsterdam en 1606. Perseguidos en 1646, protegidos por Cromwell, perseguidos por Carlos II y Jacobo II, y al fin protegidos por Guillermo III. Esta es una historia de cárceles, de sangre y de cadalso. Vienen a América, y las sectas protestantes dominantes los persiguen.
El escritor racionalista Buckle en HISTORIA DE LA CIVILIZACION (Vol. I, Pág. 308) dice que en la Inglaterra anglicana, "sus obispos presenciaban con sangre fría y litúrgica compostura, las más repulsivas crueldades, porque sus víctimas eran opositores a la Iglesia de Inglaterra, y aunque las multitudes mismas estaban llenas de terror y de asco, los obispos no protestaban". Uno de los tormentos varios a que eran sometidas las mujeres llevadas al cadalso consistía en una especie de espéculo parecido al usado por los médicos ginecólogos, pero de hierro y lleno de erizadas puntas, que introducían en la vagina para luego abrirlo por medio de una tuerca, hasta que las entrenas de la ajusticiada quedaban despedazadas. ¡Esto lo hicieron los protestantes contra las otras sectas protestantes y contra los católicos!. No puede ser imputada tal crueldad ni siquiera a la Inquisición en las páginas de sus más grandes calumniadores.

A los presbiterianos, también los persiguieron sus hermanos protestantes. Tuvieron que huir a los montes donde vivieron miserablemente. No es extraño que colonias enteras de muchas sectas, hayan venido a América a formar colonias, pero aquí en América, unos y otros consideraban a los contrarios hijos del Diablo.
El caso de los cuáqueros es clásico. Por todas las cárceles de Inglaterra e Irlanda había más de mil presos. Al ser coronado Jacobo II, esa población superaba los 1,400. Jorge Fox tuvo que sufrir toda clase de torturas y persecuciones de los mismos protestantes de distintas sectas. Se escapó a América, y miembros de otras sectas lo persiguieron en todas las formas posibles, hasta que un día, una chusma lo apedreó y golpeó salvajemente hasta dejarlo tendido en un charco de sangre porque lo creyeron muerto. Luego que se recuperó, siguió sufriendo toda clase de calamidades por manos de otros protestantes que en Europa pedían a gritos la tolerancia.
En Massachusetts, por ejemplo, la pena para un cuáquero convicto de herejía, era perder una oreja. Se le cortaba la otra oreja si era sorprendido nuevamente practicando o predicando la creencia de su secta. La tercera vez, la lengua le era taladrada con un hierro al rojo. La cuarta vez se le mataba.
En 1750, un viejo fue azotado hasta dejarlo medio muerto, por no haber asistido al culto de una secta congregacional. Esto se puede leer en HISTORIA DE LAS IGLESIAS AMERICANAS de Wilberforce, Pág . 146.
El Salem, los protestantes colgaron y quemaron a muchísimas gentes que acusaron de brujería, y en Charlestwon trituraron entre dos piedras enormes a un anciano pastor protestante. Esta pena había sido ordenada por los pastores de su misma secta en Boston.
Es famoso Jhon Wesley, fundador de los metodistas, por la forma terrible en la que persiguió a toda persona que se pensó que practicaba la brujería. El ordenaba que una vez probado el cargo, se ejecutara la sentencia sin darle tiempo al reo de arrepentirse. A este respecto, el libro de Longfellow LAS TRAGEDIAS DE NUEVA INGLATERRA es harto elocuente e ilustrativo.
El historiador protestante Hallam en su HISTORIA CONSTITUCIONAL dice: "La persecución es el pecado original de las iglesias de la Reforma Protestante. Y esta triste nota enfría el celo de todo hombre honrado por su causa, a medida que extiende más sus lecturas y sus conocimientos históricos" (Vol. I, Cap. II).
Rousseau también decía: "La Reforma fue intolerante desde su cuna y sus fundadores fueron todos insignes perseguidores".
Y Augusto Cómte que es el fundador del positivismo dice: "La intolerancia del protestantismo, ciertamente no era menos tiránica que la intolerancia tan reprochada del Catolicismo".
En su libro LAS PARABOLAS DE CRISTO, el escritor argentino Leonardo Castellani, dice: "Cuando los novadores del siglo XVI, en la revolución religiosa más vasta de la historia, cortaron el nudo central del cristianismo, voltearon la puerta, y se fueron a edificar sobre arena llena de pedruzcos, algunos doctores católicos horrorizados dijeron que era esa la herejía última y total; que no se podía ir más allá en materia de herejía; y con razón en cierto sentido, pues por esa brecha pueden entrar todos los errores religiosos; como de hecho entraron. Del seno del Protestantismo nórdico nació el Filosofismo o Deísmo, y luego el Liberalismo que contagiaron a los países latinos; más tarde el Comunismo que triunfó en la región religiosamente devastada por el cisma griego; y en el seno de estos errores nació el Modernismo -llamado ahora Progresismo-, teológico (o naturalismo religioso, o "aloguismo", o como quieran llamarle) que por todas partes comenzó a ablandar como ácido la Fe, sino la misma razón incluso; por lo cual Belloc lo bautizó "aloguismo". No era, pues, el Protestantismo la herejía total; se podía ir más allá, pues de hecho se fue. Pero ahora, si se llegan a unir, fundir o combinar entre sí Capitalismo liberal, Comunismo y Modernismo, -lo cual le diríamos a Castellani que ya ha pasado-, se habrá tocado fondo, las profundidades de Satanas; y ya está hecha la cuna del Anticristo" .
La doctrina protestante, es un virus morboso que contagia al solo contacto, sobre todo a los tontos y a los ignorantes. Disuelve a la familia y disuelve también a la familia humana. Generalmente se presentan con cara de bondad, con cara de corderos degollados, pero son portdores de una enfermedad que ha demolido al mundo sin parar, desde el siglo XVI arrastrándolo a las profundidades oscuras que actualmente donan al mundo a la civilización y a las almas.
Su odio a la Iglesia Católica, como a los católicos, es tan grande como su fanatismo lo cual me propongo probar a continuación.

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