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viernes, 24 de agosto de 2012

LA APOSTASIA (6)

EL TEXTO DEL PADRE LACUNZA.

El Padre Lacunza comienza su interpretación copiando el texto de Apocalipsis XIII en el que describe a la Bestia de dos cuernos como de cordero, como antes vimos, y lo transcribe completo, lo cual no haré. Y dice después: "Esta Bestia nueva, lejos de significar un obispo particular o un hombre individuo y singular, significa y anuncia, según la expresión clara del mismo Cristo, un cuerpo iniquísimo y peligrosísimo, compuesto de muchos seductores: Se levantarán (dice) muchos falsos profetas...y darán grandes señales y prodigios".
"Pues esta Bestia nueva, este cuerpo moral, compuesto de tantos seductores, será sin duda en aquellos tiempos infinitamente más perjudicial, que toda la primera Bestia, compuesta de siete cabezas, y armada con diez cuernos todos coronados".

"No espantará tanto al cuerpo, o al rebaño de Cristo la muerte, los tormentos, los terrores y amenazas... cuanto el mal ejemplo de los que debían darlo bueno, la persuación, la mentira, las órdenes, las insinuaciones directas o indirectas; y todo con aire de piedad y máscara de religión, todo confirmado con fingidos milagros, que el común de los fieles no es capaz de dintinguir de los verdaderos".
"Es más que visible a cualquiera que se aplique a considerar seriamente esta Bestia metafórica, que toda ella es una profecía formal y clarísima del estado miserable en que estará en aquellos tiempos la Iglesia Cristiana, y del peligro en que se hallarán aun los más fieles, aún los más inocentes, y aún los más justos".
Vale la pena intercalar un comentario propio para ese tiempo que ha llegado ya. ¿No habla el Padre Lacunza de peligros que son irrisorios?. Mientras yo tenga salud, buenos negocios, buena casa, buenos viajes y diversiones, buenas amistades, buen dinero, es decir, "calidad de vida", ¿de qué otra cosa me voy a preocupar sino por adquirirlos?.. Si en medio de esta lucha por la vida me queda tiempo para la lujuria y para la farra, ¿me voy a estar preocupando por desgracias y terrores espirituales que ni me dan y sí me pueden quitar la paz?, ¿quién haría esto en este siglo de la libertad, que tuviese todos sus tornillos apretados?
Sigue el Padre Lacunza: "Considerad, amigo, con alguna atención todas las cosas generales y particulares que nos dice San Juan de esta Bestia terrible, y me parece que no tendréis dificultad en entender lo que realmente significa, y lo que será o podrá ser en aquellos tiempos de que hablamos la Bestia de dos cuernos".
"El respeto y veneración con que miro, y debemos mirar todos los fieles cristianos a nuestro sacerdocio, me obliga a andar con estos rodeos, y cierto que no me atreviera a tocar este punto, si no estuviese plenamente persuadido de su verdad, de su importancia, y aun de su extrema necesidad".
"Sí, amigo mío, nuestro sacerdocio; éste es, y no otra cosa el que viene aquí significado, y anunciado para los últimos tiempos debajo de la metáfora de una bestia con dos cuernos semejantes a los del cordero".
"Nuestro sacerdocio, que como buen pastor, y no mercenario, debía defender el rebaño de Cristo, y poner por él su propia vida, será en aquellos tiempos su mayor escándalo, y su mayor y más próximo peligro".
"¿Qué tenéis que extrañar esta proposición?, ¿ignoráis acaso la historia?, ¿ignoráis los principales y más ruidosos escándalos del sacerdocio hebreo?. ¿Ignoráis los escándalos horribles y casi continuados por espacio de diez y siete siglos del sacerdocio cristiano?".
"¿Quién perdió enteramente a los judíos, sino su sacerdocio?. Este fue el que resistió de todas las formas al Mesías mismo; no obstante que lo tenía a la vista, oía su voz, y admiraba sus obras prodigiosas. Este fue el que cerrando sus ojos a la luz, se opuso obsecadamente a los deseos y clamores de toda la nación que estaba prontísima a recibirlo, y lo aclamaba a gritos por Hijo de David y Rey de Israel. Este fue el que les cerró los ojos con miedos, con amenazas, con persecuciones, con calumnias groseras, para que no viesen lo mismo que tenían delante, para que desconociesen a la esperanza de Israel, para que olvidasen enteramente sus virtudes, su doctrina, sus beneficios, sus milagros, de que todos eran testigos oculares. Este, en fin, les abrió la boca para que lo negasen, y reprobasen públicamente, y lo pidiesen a grandes voces para el suplicio de la Cruz".
"Ahora digo yo: ¿este sacerdocio lo era acaso de algún ídolo o de alguna falsa religión?, ¿había apostatado formalmente de la verdadera religión que profesaba?, ¿había perdido la fe en sus Escrituras y la esperanza de su Mesías?, ¿no tenía en sus manos las Escrituras?, ¿no podía mirar en ellas como en un espejo clarísimo la veredera imágen de su Mesías, y cotejarla con el original que tenía presente?" 
"Si, todo es verdad; mas en aquel tiempo y circunstancias, todo esto no bastaba, ni podía bastar. ¿Por qué?, porque la iniquidad de aquel sacerdocio, generalmente hablando, había llegado a lo sumo. Estaba viciado por la mayor y máxima parte; estaba lleno de malicia, de dolo, de hipocrecía, de avaricia, de ambición; y por consiguiente lleno también de temores y respetos puramente humanos, que son lo que se llaman en la Escritura la prudencia de la carne y el amor del siglo, incompatibles con la amistad con Dios".
"Esta fue la verdadera causa de la reprobación del Mesías, y de todas sus funestas consecuencias, la cual no se avergonzó aquel inicuo sacerdocio: ¿Que hacemos porque este hombre hace muchos milagros?. Si lo dejamos así, creerán todos en él, y vendrán los romanos y arruinarán nuestra ciudad y nación (Juan XI, 47-48)".
"¿Qué tenemos, pues, que maravillarnos de que el sacerdocio cristiano pueda en algún tiempo imitar en gran parte la iniquidad del sacerdocio hebreo?, ¿que tenemos que maravillarnos de que sea el únicamente simbolizado en esta Bestia de dos cuernos?".
"Los que ahora se admiren de esto, o se escandalizaren de oirlo, o lo tuvieren en un despropósito increíble, es muy de temer, que llegada la ocasión, sean los primeros que entren en el escándalo, y los primeros presos en su lazo. Por lo mismo que tendrán por increíble tanta iniquidad en personas tan sagradas, tendrán también por buena la misma iniquidad".
La boca del Padre Lacunza fue boca de profeta y ahora lo es tamos viendo. En su tiempo muchos lo condenaron como hereje. Por decir estas cosas inauditas. Tendríamos que condenar a la santa Madre de Dios, por haber dicho en La Salette en 1846 que los sacerdotes se habían convertido en "cloacas de impureza", y que "Roma perdería la Fe y se convertiría en la Sede del Anticristo".
Sigue el Padre: "¿Qué hay de maravillarse después de tantas experiencias?. Así como en todos los tiempos han salido del sacerdocio cristiano bienes verdaderos e inestimables que han edificado y consolado a la Iglesia de Cristo, así han salido innumerables y gravísimos males, que la han escandalizado y afligido. ¿No gimió todo el orbe cristiano en tiempo de los arríanos?, ¿no se admiró de ver se arriano casi sin entenderlo, según esta expresión viva de San Jerónimo: gimió todo el orbe al verse arriano?, ¿y de dónde le vino todo este mal sino del sacerdocio?".
"¿No ha gemido en todos estos tiempos la Iglesia de Dios entre tantas herejías, cismas y escándalos, nacidos todos del sacerdocio y sostenidos por él obstinadamente?. Y ¿qué diremos de nuestro tiempo?.

"Consideradlo bien y entenderéis fácilmente cómo la Bestia de dos cuernos puede hacer tantos males en los últimos tiempos. Entenderéis, digo, cómo el sacerdocio de los últimos tiempos, corrompido por la mayor parte, pueda corromperlo todo, y arruinarlo todo, como lo hizo el sacerdocio hebreo. Entenderéis en suma, cómo el sacerdocio mismo de aquellos tiempos venideros, con su pésimo ejemplo, con persuasiones, con amenazas, con milagros fingidos, etc., podrá alucinar a la mayor parte de los fieles, podrá deslumbrarlos, podrá cegarlos, podrá hacerlos desconocer a Cristo y declararse, en fin, por sus enemigos: se levantarán muchos falsos profetas y engañarán a muchos. Y harán grandes señales. Y porque se multiplicará la iniquidad, se resfriará la caridad de muchos".
"¡Oh!, ¡qué tiempos serán aquellos!, ¡qué oscuridad!, ¡qué temor!, ¡qué tentación!, ¡qué peligro!. Si no fuesen abreviados aquellos días, ninguna carne sería salva".
 
Habría que preguntar a los miembros de esta generación actual tan divertida, tan libre, tan deportista, tan rockanrolera, tan progresista, qué les parecen las palabras aspaventeras de este sacerdote tan alarmista. ¿Cuál oscuridad, cuál temor, cuál tentación si las mujeres ya salen en las competencias deportivas enseñando sus carnes generosamente y no tiene nada de malo, cuál peligro?. Cuando voy a una discoteca a sobar a una zorra, ¿siento que alguien me está amenazando?. ¡Qué mente tan truculenta la de este sacerdote!.
"Pensad, amigo, con formalidad, cuál podia ser la verdadera razón de una diferencia tan grande, y difícilmente hallaréis otra, que la Bestia nueva de dos cuernos que ahora consideramos, o lo que es lo mismo, el sacerdocio cristiano, ayudando a los perseguidores de la Iglesia y de acuerdo con ellos, por la abundancia de su iniquidad".
"En las primeras persecuciones hallaban los fieles en su sacerdocio o en sus pastores, no solamente buenos consejos, instrucciones justas y santas, exhortaciones fervorosas, sino también la práctica de su doctrina. Los veían ir adelante con el ejemplo; los veían ser los primeros en la batalla; los veían no estimar ni descanso, ni hacienda, ni vida, por la honra de su Señor, y por la defensa de su rey" .

 En esta crisis final, si no nos fijamos en los fieles que han quedado presos en las redes de la Bestia, engañados y pervertidos, y dirigimos nuestra mirada a ese supuesto "resto fiel", veremos que incluso los fieles han abandonado a sus pastores. ¿Qué buenos consejos, qué instrucciones justas y santas, que exhortaciones fervorosas, qué ejemplo si apenas hay un contacto dominical -y muy regateado-, porque el mundo los requiere constantemente, intensamente?.
¿Y no también los condenan de cualquier palabra que les parezca altisonante?. Así condenaron los fariseos a Cristo (Mat. XV, 12): "Sabes que los fariseos se han escandalizado al oir tus palabras?".
¡Cuánto bien le hubiesen hecho al Mesías los consejos de estos del magisterio laico, estos jueces de horca y cuchillo, estos de la ignorancia ilustrada!. Tal vez no lo hubieran crucificado. ¿No será él mismo culpable de su crucifixión?. 
Les dijo a las autoridades religiosas de Su tiempo y a los poderosos fariseos que primero entrarían al Reino de los Cielos las rameras y los publícanos que ellos (Mat. XXXI, 22); a los discípulos que no dieran lo que es santo a los perros (Mat. VII, 6); a los fariseos que se les quitaría el Reino para darlo a quienes rindan fruto (Mat. XXI,43); que eran homicidas (Mat. XXI, 33); que eran hipócritas (Mat. XXIII, 28); que frustran los planes de Dios (Luc. VII, 30); hijos del Diablo (Juan VIII, 44); serpientes, raza de víboras (Mat. XXIII, 33) sepulcros blanqueados llenos por dentro de huesos de muerto y de inmundicia. Tal vez un judío piadoso acompañando a otro, al pasar por algún lugar donde predicara Cristo le hubiese dicho: Tápate los oídos, ponte un tapón hermético, no sea que lo que oigas te inquiete, te quite la paz y pierdas la fe. Aléjate de aquí.
"No por esto se dice, sigue el Padre Lacunza, que no habrá aquellos tiempos algunos pastores buenos, que no sean mercenarios. Si, los habrá; ni se puede creer menos en la bondad y providencia de Cristo el sumo Pastor; mas estos pastores buenos serán muy pocos y tan poco atendidos, respecto de los otros, como lo fue Elias respecto de los profetas de su tiempo, que unos y otros resistieron obstinadamente y persiguieron a los profetas de Dios; unos y otros hicieron inútil su celo, e infructuosa su predicación; unos y otros fueron la causa inmediata, así de la corrupción de Israel, como de la ruina de Jerusalén".
"Si todavía os parece difícil de creer que el sacerdocio cristiano de aquellos tiempos finales sea el únicamente figurado en la terrible Bestia de dos cuernos, repasad con nueva atención en todas las palabras y expresiones de la profecía; pues ninguna puede estar de más".
"Decidme ahora, amigo, con sinceridad, ¿a quién pueden competir todas estas cosas, piénsese como se piense, sino a un sacerdocio inicuo y perverso, como lo será el de los últimos tiempos".
"Lo que no puede concebirse de una persona particular, se puede muy bien concebir y se concibe al punto de un cuerpo moral, compuesto de muchos individuos repartidos por toda la Tierra; se concibe al punto en el sacerdocio mismo, y en su mayor y máxima parte, en el estado de tibieza y relajación en que estará en aquellos tiempos infelices".
"No es menester decir para esto, que el sacerdocio de aquellos tiempos finales, persuadirá a los fieles que adoren a la primera Bestia con adoración de latría como a Dios. El texto no dice tal cosa, ni hay en todo él una sola palabra de dónde poderlo inferir. Sólo habla de simple adoración, y nadie ignora lo que significa en las Escrituras esta palabra general, cuando no se nombra a Dios, o cuando no se infiere manifiestamente del contexto: e hizo (ésta es la expresión de San Juan) que la Tierra y sus moradores adorasen a la primera Bestia".
"Así, el hacer adorar a la primera Bestia, no puede aquí significar otra cosa, sino hacer que se sujeten a ella, que obedezcan a sus órdenes, por inicuas que sean, que no resistan como debían hacerlo, que den señales externas de su respeto y sumisión, y todo esto por temor de sus cuernos"
, es decir, -quiere decir el Padre Lacunza, por obediencia, respeto y sumisión del sacerdote.
Vale la pena interrumpir aquí el texto del Padre que estamos copiando, para comentar algunos puntos importantes:  
1. Dice el Padre Lacunza, que la Bestia es un cuerpo moral. Pero, no solamente es un cuerpo moral con el sacerdocio de su tiempo, sino que esa segunda Bestia forma un sólo cuerpo moral con las otra cuatro bestias que forman la primera Bestia de San Juan, con los sacerdotes de cada una de las cuatro. Pero llego a más. Lo estamos viendo. A esas cinco bestias que son la cabeza del Anticristo, con los sacerdotes de cada tiempo, se suma el laicado. La perversidad y degeneración de todos, jerarcas y pueblo, concibieron y formaron en el seno de Satanás al Anticristo. Por eso la doctrina dice que Cristo viene a los hombres en Su Encarnación; viene en los hombres en la Eucaristía; y viene contra los hombres en Su Parusía. Por la suma apostasía de todos y no solamente de unos o de otros. 
2. El Padre Lacunza se equivoca al decir que esta última Bestia es peor a la anterior. De las cinco bestias -una con siete cabezas y la última, no ha habido otra más perversa que la segunda cabeza de la primera Bestia de San Juan. Esta es la que expulsó el Sacrificio Perpetuo de los altares; invalido los Sacramentos alterando sus formas -o fórmulas-; aprobó los documentos del Concilio Vaticano II, introductor de la herejía modernista en la Iglesia, revolucionaria y homicida; proclamó por primera vez en la historia en la tribuna de la O.N.U., la necesidad de un gobierno mundial, y renuncia a la suprema autoridad pontificia descoronandose de la Tiara Pontificia en una ceremonia litúrgica, poco tiempo después de que altas autoridades del Vaticano se la hayan ofrecido a Satanas en una ceremonia en el Vaticano un 29 de junio de 1963, entre otras cosas.
 La perversidad, la corrupción y la apostasía en constante aumento evidente durante los reinados de esas cabezas anticrísticas, no podrán igualar nunca la perversidad de la actuación de Paulo VI. El Padre Lacunza no podía ver antes del año 1800, lo que nosotros estamos viendo comenzando el siglo XXI, en que ya se han cumplido y aclarado muchos vaticinios. 
3- El Padre Lacunza, nos lleva a reflexionar cuál será el culto idolátrico que esta Bestia con dos cuernos de cordero obligará al pueblo a rendirle a la Bestia que fue herida de muerte, pero que vive. Dice apropiadamente que "se sujeten a ella, que obedezcan a sus órdenes, por inicuas que sean, que no resistan como debían hacerlo, que den señales externas de su respeto y sumisión". Esto es exactamente lo que esta Bestia está manipulando con ese "culto" a Juan Pablo II que fue herido de muerte y vivió. De hecho, a este señor se le rinde un culto que yo he llamado papolatría.
A los fieles ya no se les puede decir la verdad del Evangelio y el Magisterio de la Iglesia, sin que lo consideres un grave error si está contra algo que haya dicho Juan Pablo II. Y es impensado decir algo para que surja un rechazo inmediato de su persona o de sus acciones, incluso las más escandalosas y anticristianas. La Bestia con cuernos de cordero, que es Benedicto XVI manipula magistralmente esta fama, y por eso lo ha "beatificado" y ahora pretende "canonizarlo".
"Tampoco es menestar decir, sigue el Padre Lacunza, que el sacerdocio de que hablamos, habrá ya apostatado de la religión cristiana. Si hubiere en él algunos apóstatas formales y públicos, que sí los habrá, y no pocos, éstos no deberán mirarse como miembros de la segunda bestia, sino de la primera".
Es importante lo que aquí considera el Padre Lacunza. Los apostatas formales y públicos no se deben mirar como miembros de la segunda bestia con cuernos de cordero, sino de la primera. Los apóstatas en el sacerdocio, modernista anticrístico, pueden ser catalogados en muchas clases, pero sólo en dos principales grandes grupos actores en esta situación terrible que está viviendo la Iglesia:
 1. Los que antes del Concilio Vaticano II ya habían penetrado en la Iglesia, que formaron incluso una sociedad secreta detectada y denunciada por el Papa San Pío X a principio del siglo XX, constantemente creciente, apostatas públicos, aliados a los masones y a los satanistas, que lograron capturar, al fin, el Trono pontificio a la muerte del Pastor Angélico -Pío XII- y que luego controlaron y manipularon al Concilio ya anunciado por la Masonería desde finales del siglo XIX, para inyectar incluso en los vasos capilares de la Iglesia sus cochinadas, y los que después del famoso Concilio fueron penetrados poco a poco por la herejía, camino a la apostasía. Por eso los más peligrosos, son los miembros de la primera Bestia. Son los corruptores de los demas.
Pero los otros, herederos de la estupidez o malicia de los primeros, envenado el espíritu y alejados de la Religión de sus padres, son nombrados a veces, -y por esto se sienten favorecidos de Dios-, para dirigir una de las pequeñas bandas de música que llenan los pueblos, como murgas callejeras para que con sus trompetazos, guitarrazos y tamborazos, llenen el ambiente de la Fe con un océano sonoro destemplado y estridente para que los oyentes, en la más increíble ignorancia doctrinal -muchas veces culpable-, los feliciten como progresistas y abanderados de la Fe y de la Tradición. Sin embargo, el resultado que obtienen unos y otros, ya sea su origen la estupidez o la malicia no es diferente si no es sólo en el grado de la apostasía diferente en cada individuo.
Esta es una invasión diabólica sin pies ni cabeza. Es el caos absoluto que sólo entiende el Diablo, y Dios que le pondrá remedio.
"Basta, pues, que el sacerdocio de esos tiempos peligrosos se halle ya en aquel mismo estado y disposiciones en que se hallaba en tiempo de Cristo el sacerdocio hebreo, quiero decir, tibio, sensual y mundano, con la verdadera Fe muerta o dormida, sin otros pensamientos, sin otros deseos, sin otros afectos, sin otras máximas que el mundo, la Tierra, la carne, el amor propio y olvido total de Cristo o el Evangelio"
Lo que dice el Padre hay que interpretarlo, pues nadie se va a encontrar con ningún sacerdote que para la apariencia exterior no confiese a Cristo, a la Tradición al Evangelio, pero sus obras desmentirán sus lenguas hipócritas.
Luego dice con mucha agudeza, aclarándonos por qué motivo ve surgir a esta segunda Bestia de la Tierra: "Con todo esto, parece que suena aquella expresión metafórica que usa el Apóstol, diciendo: que vió a una Bestia salir o levantarse de la Tierra". Es decir, el trabajo de zapa por tantos años pugnado, la mundanidad, la adoración del dios dinero, de la carne, del amor propio, etc, formando ya el colmo de la podrición y de la porquería, haciendo ya una pelota con todos los seguidores para ser arrojada para arder en el Infierno.
"Añade -el Apóstol-, que la vio con dos cuernos semejantes a los de un cordero, la cual semejanza, aun prescindiendo de la alusión a la mitra, que reparan varios doctores, parece por otra parte siguiendo la metáfora, un distintivo propísimo del sacerdocio, que a el sólo puede competir. De manera, que así como los cuernos coronados de la primera Bestia significan visiblemente la potestad, la fuerza, y las armas de la potencia secular de que aquella Bestia se ha de servir para herir y hacer temblar toda la Tierra; así los cuernos de la segunda, semejantes a los de un cordero, no pueden significar otra cosa, que las armas o la fuerza de la potestad espiritual, las cuales aunque de suyo son poco a propósito para poder herir, para poder forzar o para espantar a los hombres; mas por eso mismo se concilia esta potencia mansa y pacífica, el respeto, el amor y la confianza de los pueblos; y por eso mismo es infinitamente más poderosa, y más eficaz para hacerse obedecer, no solamente con la ejecución, como lo hace la potencia secular, sino con la voluntad, y aun también con el entendimiento"
No se puede negar que la primera Bestia contó con la fuerza de la potencia secular que era su aliada y la apoyaba. Pero también es inegable que esta Bestia con cuernos semejantes al cordero, se vale de la fuerza de la primera Bestia para hacerse obedecer incluso por la voluntad, y así lleva a los hombres al abandono de la Fe y a la apostasía. Porque también los hombres se han prostituido.
"Mas esta Bestia mansa y pacífica -prosigue el amado Discípulo-, esa Bestia en la apariencia inerme, pues no se le veía otra arma que dos pequeños cuernos semejantes a los de un cordero, esa Bestia tiene un arma horrible y ocultísima, que era su lengua, la cual no era de cordero, sino de dragón: Hablaba como el Dragón".
Alejado ya el sacerdocio y el pueblo de la pura ortodoxia, camino al sincretismo, a la brujería, a la hechicería, al indiferentismo, al laicismo, pues la pura Doctrina ya no se soporta, y es considerada como cosa superada e inpracticable, la lengua de esta Bestia con apariencia de cordero, tiene una fuerza brutal porque la prostitución de la Doctrina, les hace ver a todos que las nuevas creencias adquiridas y modernas son avaladas por la máxima autoridad espiritual que habla como el dragón. Por eso la obediencia es completa. Porque les dice lo que quieren oir y calla lo que les molesta.
"Lo que quiere decir esta similitud, y a lo que alude manifiestamente, lo podéis ver en el capítulo III del Génesis. Allí entenderéis cuál es la lengua, o la locuela (es decir, la manera de hablar) del dragón, y por esta locuela entenderéis también fácilmente la locuela de la Bestia de dos cuernos de cordero en los últimos tiempos, de la cual se dice, que como habló el dragón en los primeros tiempos, y engañó a la mujer, así hablará en los últimos la Bestia de dos cuernos, o por medio de ella, el dragón mismo".
"Hablará con dulzura, con halagos, con promesas, con artificio, con astucias, con apariencias de bien, abusando de la confianza y simplicidad de las pobres ovejas para entregarlas a los lobos, para hacerlas rendirse a la primera Bestia, para obligarlas a que la adoren, la obedezcan, la admiren, y entren a participar o a ser iniciadas en su misterio de iniquidad".
Sólo me parece que ese "obligar" a los fieles no requerirá de tanta presión. El ambiente corrupto, el sumidero pestilente en el que todos se revuelcan, hará de las palabras de esta Bestia, sólo leves insinuaciones. Puertas abiertas por las que todos pasarán, como pasan atropelladamente los que salen de un cine que se incendia.
"Y si algunas se hallaren entre ellas -entre las ovejas-, tan entendidas que conozcan el engaño, y tan animosas se resistan a la tentación (como ciertamente las habra) contra estas se usarán, o se pondrán en gran movimiento las armas de la potestad espiritual, o los cuernos como de cordero, prohibiendo que ninguno pueda comprar, o vender, sino aquel que tiene la señal, o el nombre de la Bestia. Estas serán separadas de la sociedad y comunicación con las otras, a estas nadie les podrá comprar ni vender, si no traen públicamente alguna señal de apostasía: porque ya habían acordado los judíos, dice el Evangelio, que si alguno confesase a Jesús por Cristo, fuese echado de la sinagoga (Juan IX, 22)".
No hubo necesidad de decretar la expulsión o excomunión de los fieles entendidos que conocieron el engaño. Pero la separación es un hecho innegable. Muchos fieles, aunque minoría, no quieren ninguna clase de comunicación con la Iglesia de la apostasía en la que reina el Anticristo desde la muerte del Papa Angélico.
Ellos no gozan de los beneficios que imparte la apostasía. No están marcados con el sello de la Bestia que dice Santo Tomás de Aquino, es la asistencia a un culto ilícito. No dice inválido, sino ilícito. De esta manera son afectados también muchos de los que han rechazado a la Roma hereje.
Mons. José F. Urbina Aznar
LA APOSTASIA. EL DESPRECIO Y LA INDEFERENCIA...

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