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jueves, 8 de noviembre de 2012

Acacienses

     Acacio, llamado el Tuerto, fue discípulo y sucesor de Eusebio en la silla de Cesarea, y tuvo como él una gran parte en las turbulencias del arrianismo. Era erudito y elocuente, pero muy ambiciosos; y este vicio le hizo hacer un uso muy malo de sus talentos. Se le consideraba como uno de estos hombres inquietos, intrigantes y ardientes, que se mezclan en todos los negocios, queriendo alcanzar crédito a cualquier precio, y que no tienen mas religión que la que pueda servir a sus intereses. Acacio fue arriano temerario bajo el emperador Constancio; se hizo católico bajo Joviniano, y volvió a entrar en el partido de los arríanos en tiempo de Valente. No se ha podido saber cual fuese la creencia de los que se dejaron conducir por él, y que fueron llamados Acacienses. Depuso de su silla a San Cirilo de Jerusalén, de quien habia recibido las órdenes; tuvo parte, o más bien intrigó para que fuese desterrado el papa Liberio, y en la intrusión del antipapa Félix, siendo él depuesto a su vez por el concilio de Seleucia en 350, y por el de Lampsaca en 365; y murió sin saberse probablemente lo que él creia ó no creia. (Vease a Tillemont Mem. t. 6, p. 304, y siguient.)
     Ha habido otros muchos obispos del mismo nombre, a los que no debemos contundir con este. Acacio de Berea, en Palestina, fue amigo de San Epifanio, y se hizo respetar largo tiempo por sus virtudes; mas deshonró su ancianidad, colocándose a la cabeza de los perseguídores de San Juan Crisóstomo. Acacio, obispo de Amida, se hizo célebre por su caridad para con los pobres. Acacio de Constantinopla fue uno de los partidarios de Eutiques, etc.

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