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lunes, 27 de mayo de 2013

LA ACCIÓN

     No basta creer. No basta orar. No basta afirmar tu fe; es preciso sostener tu fe con tus actos, y en todo ofrecerle con la gracia de Dios el concurso que ella espera de ti.
     En la esfera donde te haya puesto la Providencia, serás un hombre de acción, porque sólo a ese precio tu vida tendrá toda su fecundidad.
     Oprobio para el que conociendo su deber, se esconda, retroceda o titubee: ¡es un mal soldado, indigno de pertenecer a la armada de los cristianos!
     El reposo es dulce; la acción, dura; el que no hace nada a favor del bien, no se echa de enemigos a los malos, y el que se sacrifica por completo a una causa santa, arriesga que se levanten contra él las fuerzas del mundo.
     Si; pero piensa también que el indiferente y el inútil viven sin mérito, mueren sin consuelo y resucitarán sin gloria.
     El hombre de acción, al contrario, a menudo perseguido por su vida fecunda, es bendecido en su muerte y puede estar seguro de ser glorificado en la eternidad.
     ¡Ay! Es la gran enfermedad de los buenos el no actuar. Hoy día parecen tan profundamente dormidos qué uno se pregunta si la trompeta del juicio los despertará.
     Ve a los picaros cómo luchan y se agitan, cómo gritan en el mundo y lo alborotan, cómo mueven a las multitudes, y por todos los medios los fuerzan a marchar por el camino que les indican.
     Por la prensa, por la asociación abierta o encubierta, por los discursos públicos, por las conversaciones privadas, por el dinero que dan a manos llenas, por el tiempo que les dedican, llegan a sus fines y triunfan.
     Triunfan porque actúan, trabajan, y como nosotros no trabajamos o actuamos, somos vencidos.
     ¡A la obra! Frente al enemigo nadie tiene derecho de permanecer inactivo, y cuando Cristo es abofeteado, es deber de todo cristiano defenderlo y vengarlo.
     ¡A la obra! Millares de tus semejantes se pierden diariamente a tu lado. Los espíritus están inquietos, las almas están enfermas, la Patria se muere. ¡A la obra!
     Esta es la vida del cristiano. Y acuérdate que tratar de salvar a los demás es el mejor medio de salvarse a si mismo.

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