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viernes, 30 de agosto de 2013

Catabaptistas, Cataros, Caucabardistas, Cazinzarienos, Celicolas.

CATABAPTISTAS
     A veces se ha empleado este término para designar en general todos los herejes que han negado la necesidad del bautismo, principalmente para los niños. Está composición significa algunos veces contra, y lavar, bautizar; significa opuesto al bautismo, enemigo del bautismo.
     Los que han sostenido este error parten poco mas ó menos del mismo principio; no creían el pecado original, y no atribuían al bautismo mas virtud que la de excitar la fe. Según ellos, sin la fe actual del bautizado el sacramento no puede producir ningún efecto, los niños que son incapaces de creer lo reciben inútilmente. Está es la opinión de los socinianos. Otros han establecido como máxima general que la gracia no puede ser producida en un alma por un signo exterior que no afecta mas que al cuerpo; que Dios no ha podido hacer que dependa la salvación de semejante medio. Esta doctrina, que ataca la eficacia de todos los sacramentos, es una consecuencia natural de la anterior.
     Aunque Pelagio negó el pecado original, no ponía en duda la necesidad, ó por lo menos la utilidad del bautismo, para dar a un niño la gracia de adopción: en un niño, decía, la gracia encuentra una adopción que hacer, pero el agua no halla nada que lavar: Habed gratia quod adoptet, non habet uncía quod abluat. Solo la noción de bautismo que lleva en sí la de purificación, basta para refutar a Pelagio; jamás explicó con claridad este hereje en lo que hacia consistir la gracia de adopción.

CATAROS
     Del griego puro, nombre que se han atribuido muchas sectas de herejes, principalmente los apotácticos ó renunciantes que eran una rama de los encratitas. Algunos montanistas se engalanaron después con el nombre de cataros, para probar que no tenían parte en el crimen de los que negaban la fe en los tormentos, sino que por el contrario rehusaban admitirlos a la penitencia; severidad injusta y desmedida. Para justificarla negaban que la Iglesia tuviese el poder de perdonar los pecados, llevaban vestidos blancos para manifestar, decían, por su traje la pureza de su conciencia. Novaciano preocupado con el mismo error que los montanistas, denominó de la misma suerte a su secta, y algunos antiguos no la nombran de otra manera.
     Por ironía se llaman cataros diferentes sectas de herejes que metieron mucho ruido en el siglo XII, los albigenses, los valdenses, los putarinos, los salteadores y otros descendientes de los henriquianos, de Charsilio, de Tendemo, etc. Fueron condenados en el concilio III de Letran, celebrado el año 1179, en el pontificado de Alejandro III. Los puritanos de Inglaterra se decoraron con el mismo título.
     Comúnmente bajo una máscara de virtud y de reforma es como los heresiarcas han seducido a los simples y se han hecho partidarios; pero una afectación de regularidad que tiene por base el espíritu de rebelión y pertinacia, no es generalmente de larga duración; con frecuencia no es mas que un velo para encubrir verdaderos desórdenes; los novadores, que han llegado a ser fuertes, no son los mismos que eran cuando se encontraban débiles. Los muchos ejemplos de semejante hipocresía, renovados desde el origen de la Iglesia, hubieran debido desengañar a los pueblos; pero siempre están dispuestos a dejarse coger en la misma red.

CAUCABARDISTAS
     Rama de eutiquianos, que en el siglo VI siguieron el partido de Severo de Antioquia y de los acéfalos. Rechazaban el Concilio de Calcedonia y sostenian, como Eutiques, que no había más que una sola naturaleza en Jesucristo. Se les llamo caucabardistas por el lugar donde tuvieron sus primeras reuniones. (Nicéforo, lib. 13, c. 49; Baronio año 335). Algunos los llamaron contobaptistas y otros condabautistas.

CAZINZARIENOS
     Herejes armenios del séptimo siglo, llamados así por Nicéforo, de la voz chasus, que en su lengua significa cruz.También se les ha llamado Staurolatras, porque de todas las imágenes no honraban mas que la cruz. Eran nestorianos que admitían dos personas en Jesucristo, y a los cuales echa en cara Nicéforo muchas supersticiones (Lib. 18, c. 54). Por lo demás son poco conocidos, y no parece que fueron en gran número.

CELICOLAS.
     Adoradores del Cielo ó de los astros, herejes que hacia el año 408 fueron condenados por rescriptos particulares del emperador Honorio, y colocados en el número de los paganos. Como en el código teodosiano se encuentran bajo el mismo título que los judíos, se cree que por Celícolas se quiso designar los apóstatas que habían renunciado al cristianismo para volver al judaísmo; pero que no querían ser considerados como judíos porque les parecía odioso este nombre. No estaban sujetos al pontífice de los judíos, ni al sanedrín, pero tenían superiores que llamaban mayores ó ancianos; no se sabe precisamente cuales eran sus errores.
     Es evidente que los paganos llamaron también a los judíos celícolas; Juvenal dice de ellos:
     Nihil praeter nubes et coeli numen adorant.
     Celso, en Orígenes, (lib. 1, n. 26), les vitupera el adorar a los ángeles; lo repite, (lib. 5, n. 6), el autor de la predicación de San Pedro citado por Orígenes, (t. 13, in Joan. n. 17), y por San Clemente de Alejandría, (Strom. lib. 6, c. 5), formula contra los judíos la misma acusación, y entendieron por ángeles estos autores los genios ó inteligencias de que creían estar animados los astros. Se prueba este hecho por un pasaje de Maimonides.
     Es verdad que mas de una vez los judíos rindieron a los astros ó al ejército de los cielos un culto supersticioso; los profetas se lo han vituperado, (IV Reg. XVII, 16; XXI, 3, 5, etc.). Era la idolatría mas común entre los orientales.
     San Jerónimo, consultado por Alsagio sobre el pasaje de San Pablo a los Colosenses, (II, 18), «que nadie os seduzca afectando humildad por un culto supersticioso de los ángeles» responde que el Apóstol quiere hablar del antiguo error de los judíos, que los profetas habían condenado. Pensaba este Padre que por ángeles entendía San Pablo los espíritus motores del cielo y de los astros, a los cuales tanto los judíos como los paganos, habían rendido culto (Epis. 154, n. 10, Cod. Theod. lib. 12, tit. 6 de judaeis et coelicolis).

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