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martes, 6 de agosto de 2013

El primer amigo

     Yo quiero, hijo mío, que el primero y más querido de tus amigos fuera Jesucristo mismo.
     Es Él, en efecto, el que merece tener el primer lugar en tu corazón, porque Él te ha amado desde el principio, y no encontrarás sobre la tierra más indulgencia y más ternura.
     Feliz el joven cristiano que habiéndosele entregado a El, vive para El y permanece fiel a El en medio de las tentaciones y amarguras de este mundo.
     El joven cristiano tendrá siempre a alguien cerca de sí para sostenerlo en sus luchas, para levantarlo en sus caídas, para consolarlo en sus penas.
     Llega una hora en que las amistades de la tierra no pueden hacer más por nosotros. Llorosas e impotentes, las amistades contemplan nuestros males sin poderlos remediar.
     Jesús, El, lo puede todo, y si El nos deja a veces sufrir para llegar a ser más puros, al menos sabe mezclar en nuestras pruebas el bálsamo de las inmortales esperanzas.
     Oh hijo mío; cómo es digna de lástima un alma infortunada que no ama al Señor y que sólo pone su confianza en las criaturas.
     Recuerda las palabras de la "Imitación"; son verdaderas y están fundadas en la experiencia de los corazones y de los siglos:
     "El amor de las criaturas es engañoso y variable; sólo el amor de Jesús es estable y fiel",
     "El que se apega a las criaturas tendrá un apoyo muy frágil; el que se apega a Jesús, por siempre estará asegurado".
     "Cura y conserva por amigo a Aquel que no te faltará, cuando todos te hayan abandonado".

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