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jueves, 12 de septiembre de 2013

LA NATURALEZA HERETICA DE LAS DOCTRINAS DEL VATICANO II



Dr. Homero Johas


     Quién quiera tener una síntesis de la perversión del Vaticano II debe ver las cosas condenadas por la Iglesia en los últimos siglos, principalmente en Lutero, Lamennais y Loisy; mirando el Concilio de Trento y Concilio Vaticano I. Mirando la "Syllabus" de Pio IX y el Decreto "Lamentabili", bajo San Pio X. El campo es inmenso en toda Filosofía y en toda Teología. Pero, aquí vamos a ver dos puntos centrales del "Syllabus" de Pio IX; en orden individual y en orden social. La Declaración de la libertad religiosa del Vaticano II es esencialmente "Anti-syllabus". La libertad religiosa es "radicalmente opuesta” a la doctrina católica verdadera. Transforma la tolerancia paternal y benigna de Dios de algunos males individuales casuales, en "derecho” del hombre para errar, para no "distinguir" entre verdad y error en religión: cualquier religión salva; Dios verdadero es igual a los dioses falsos; moral cristiana es una opinión igual a la moral pagana; Monoteísmo es igual a Politeísmo. Todo poder viene del hombre; no de Dios; no existe un solo Dios verdadero; cada uno tiene "su verdad”, individual y libre. Se rechaza la verdad universal, única, necesaria, común a todos, no libre, divina y no humana.

     Ahí está el núcleo de la "nueva religión”, la de los ateos, agnósticos, panteístas, del humanismo pagano, del Politeísmo de la "nueva iglesia”, del "nuevo tiempo” de la evolución de la verdad conforme a las opiniones y voluntades humanas.

     Veamos algunas de las condenaciones de Pio IX y su resurgimiento actual opuesto por la "nueva religión" politeísta del Vaticano II.


A) DESVÍOS DOCTRINÁRIOS EN LA ORDEN INDIVIDUAL


     "El hombre es libre de abrazar y profesar aquella religión que él, guiado por la luz de la razón, juzgue verdadera (15)".

     Tal doctrina es falsa porque la verdad natural y la revelada, es universal, común a todos; necesaria y no libre. Ella no viene del "juicio propio” del herético (Tit. III, 10-11); sino de la norma divina, de la razón y de la Revelación del Antiguo y Nuevo Testamento. La autoridad Dios y de Cristo no está bajo el juicio y la voluntad humana, "de cada uno para si", como quiere el Vaticano II (3.3). La religión verdadera es imperada por Dios a los hombres y no procede de opiniones de los hombres. Ahí se pretende la opinión indi­vidual de cualquiera, en religión: ateos, agnósticos, paganos, heréticos.

     Véase la perversidad del Vaticano II pregonando esa doctrina con­denada por Pío IX y por los papas: Gregorio XVI, León XIII, San Pio X, Pio XI.



     "En cualquier religión podemos encontrar el camino de la salvación eterna y conseguir la eterna salvación".

     No se distingue la única religión verdadera de la multitud de las falsas. Es el Indiferentismo de credo, verdadero o falso. Es el Libe­ralismo agnóstico de Lamennais y de los ateos y agnósticos de la Revolución Francesa.

     Se iguala a Cristo con dioses falsos. Fuera de la Iglesia no hay salvación definió el Concilio de Florencia. Perecerán eternamente los que estén fuera de la unidad de fe y de régimen.

     El Vaticano II: "no discrimina por razones religiosas”; no impone la profesión de la verdadera religión y no rechaza las falsas. Concede el derecho de no seguir la verdad.

     A la única religión verdadera, la iguala a todas las falsas. Quiere la "salvación" en todas las religiones falsas. "Quien no cree ya está condenado" enseñó Cristo. "Quien no está conmigo, está contra mi." El "Ecumenismo" del Vaticano II es una "falsa religión" tanto como las religiones paganas (Pio XI), tanto como el Politeísmo pa­gano.



     "Por lo menos se debe tener esperanzas en la salvación eterna de todos los que no están en la verdadera Iglesia de Cristo".

     Sobre eso escribió el Concilio de Florencia: "Firmemente cree, profesa y predica el Concilio que nadie que no este dentro de la Iglesia Católica, no solo los paganos, sino también los judíos o los herejes y cismáticos, puede hacerse participante de la vida eterna, sino que irán al fuego eterno que está preparado para el Diablo y sus ángeles (Mt. XXV, 41); a no ser que antes de su muerte se una con ella" (D.B. 7214). El Ecumenismo es una "unión” ilícita y pervertida con los infieles, sobre los cuales Dios pregona la "separación' (2 Cor. VI, 14-18). La "nueva iglesia" predica el camino de la perdición eterna. Quien no conservar la fe "íntegra e inviolada, sin duda perecerá eternamente" dice el Símbolo atanasiano (D.S. 75). Una sola herejía deja fuera de la Iglesia (León XIII, Satis Cognitum). La herejía y el cisma "separan de la Iglesia" (Pio XII - D. S. 3803).


4) Forma diversa es igual en el nuevo credo

     "No es el Protestantismo otra cosa sino una forma diversa de la misma religión cristiana verdadera; en él, como en la Iglesia Católica, de modo igual, se agrada a Dios".

     Ningún credo que tiene "forma diversa" tiene "forma igual". Los errores son formas diversas de la única forma verdadera. Una sola forma es verdadera, las formas diversas son falsas. La diversidad de credo del Protestantismo es inmensa: tiene el "libre-examen" individual de la Revelación, por lo que de ello resultaron centenas de sectas; la verdad, es una sola. Ellos no tienen la unidad universal en la verdad divina necesaria. Tiene el Politeísmo libre, el Agnosticismo, el Juicio y voluntad humana. La “unión” con las sectas protestantes es la unión con la herejía, fuera de la Iglesia. La condenación a Lutero es la misma para todos los luteranos y otros protestantes. El credo diverso no es el credo idéntico. Los erros diversos no son idénticos a la verdad una y única, universal, divina, de la Iglesia de Cristo.


B) ERRORES SOBRE EL ORDEN SOCIAL

1) Libertad para los falsos cultos

     "En nuestro tiempo no conviene que la religión Católica sea tenida como la única religión del Estado, excluidos otros cultos".

     Aquí se quiere variar la verdad y el deber moral conforme a los tiempos como una evolución de la verdad. Si la tolerancia del error de los otros puede variar según las diferencias individuales de los errantes, con todo la doctrina y la norma universal de Derecho divino no varia con los tiempos y con los errores individuales. En todos los tiempos la verdad de Cristo es una sola y única. Los "otros cultos" pueden ser o no ser tolerados conforme a su malignidad y peligrosidad. Siempre, en todos los tiempos, las doctrinas y cultos falsos son falsos. En cada caso individual, si por la recta razón conocida por la autoridad, un determinado culto falso puede ser tolerado, eso no se extiende a todos los otros cultos falsos, y no es objeto de una doctrina univer­sal sobre todos los "otros cultos" falsos. Por si, todos los otros cultos falsos son nocivos al orden universal cristiano; todos impiden lo ordenado por Dios fundado exclusivamente en la verdad y en el bien. Todos pueden ser impedidos por la espada del ministro de Dios para protección del bien común. La "conveniencia" de la verdad viene de la necesidad de la verdadera fe para la salvación eterna de las almas. Los errores pervierten esa verdadera fe.


2) Orden público individual, indiferente

     "De modo loable, en algunas regiones católicas, fue establecido por ley que las personas que inmigran a ellas, puedan tener público ejercicio de su propio culto, cualquier que sea este.

     Lo que es loable es lo establecido por el Derecho divino y no por opinión de los enemigos de Dios. Y el ministro de Dios alaba a los buenos y castiga a los malos (Rom. XIII, 1-7). Si, en algunas regiones católicas una secta es tolerada por un bien mayor, o para evitar un mal mayor, eso no se extiende universalmente a todas las personas, cada una con su "culto propio", "cualquiera que sea". Así el culto de un judío, con las prácticas del Antiguo Testamento, no es igual al culto pagano de un mahometano, o al culto satánico del vudú. Ahí, se pretende de modo universal, introducir en el mundo el "culto propio", como la libertad religiosa del Concilio Vaticano II "sin distinguir” si su tolerancia es buena o nociva para el bien común de la salvación de las almas.

     El satanismo, el Ateísmo, el Indiferentismo entre verdad y error, no es un bien mayor para el orden público que debe tener por fin la salvación eterna de las almas. Ellos llevan a la perdición eterna. El Vaticano II proclamó ese mal, trocándolo en bien.


3) La libertad para cualquier corrupción

     "Es falso que la libertad civil de cualquier culto, así como el poder concedido a todas las personas para manifestar, abierta y públicamente, opiniones y pensamientos, conduzca a corromper, las costumbres y el espíritu de los pueblos y propagar la peste del Indiferentismo".

     Tal sentencia quiere invertir el bien y el mal; pretende que la mani­festación pública de las opiniones falsas, de los cultos falsos, no lleva a la corrupción, de las costumbres, de la Moral y del verdadero culto, del verdadero Dios. Como si los errores no fueran contra la verdad; y las falsas leyes morales no fueran contra las verdaderas normas morales. Como si los árboles malos no dieran frutos malos. La libertad para todos los errores, y para todas las perversidades morales, por cierto, producen frutos malos en el orden público. La libertad de Arrio produjo la corrupción de los arrianos. La libertad de Lutero produjo, la corrupción doctrinaria de los protestantes. La libertad de Mahoma, la corrupción de los mahometanos; la libertad de los vudús, a la corrupción de los satanistas; la libertad de los ateos, la corrupción del Ateísmo. Y el Vaticano II predica esa libertad “sin discriminación por razones religiosas” y el "derecho de no seguir la verdad", sino a "cualquier" error. Los corruptos producen la corrupción. Tal "no discriminación" se vuelve indiferente a cualquier error, cualquier mal, cualquier corrupción religiosa o moral.


4) Progreso de los erros libres y maldades

     ''Puede y debe el Pontífice Romano reconciliarse y transigir con el progreso, con el Liberalismo y con la civilización moderna".

     Aquí se pretende que el ministro de Dios, el Vicario de Cristo, abandone la fe divina universal y los mandamientos divinos y se adapte a la voluntad de los que pretenden mudar las doctrinas universales a otras, procedentes de grupos "modernos", actuales, profesando la libertad a todos los errores y actos contra la Moral cristiana. Llaman a eso "progreso"; como si el verdadero progreso a la verdad y el bien fueran igual al falso progreso de los errores y de los males.

     Se elimina la verdad universal opuesta a todos los errores; se elimina la fe divina universal, venida de la autoridad del Dios verdadero. Se eliminan los mandamientos divinos. Dios es el mismo, ayer, hoy y siempre. El no cambió. El Papa está subordinado al Derecho divino y no puede oponerse a El en nada, sin separarse de la Iglesia de Cristo. El Vaticano II cometió ese crimen, queriendo vivir: "al compás del mundo moderno” regido por los ateos y por los masones de la Revolución Francesa que mató medio millón de católicos. El País de la mentira disimulase con su “operación del error" (2 Tes. II,1-11). Dios no se rige por los juicios de los malos.

     Esas condenaciones de Pio IX en el Syllabus son las condenaciones dadas al Concilio Vaticano II. Quien no quiere ver, está voluntariamente ciego.


COMENTARIOS

     El Magisterio de la Iglesia condena la "libertad religiosa" predicada por la "nueva iglesia"; la "iniquidad religiosa” de la "nueva iglesia”; la salvación en "cualquier fe", conforme a la herejía de Lamennais, condenada por Gregorio XVI. Se pretende contra la definición de Fe, del Concilio de Flo­rencia, la salvación fuera de la Iglesia. No se quiere la "unicidad” de la verdadera Religión, sino el Politeísmo pagano. Cada uno con su "propio culto", "cualquiera que sea". Es la libertad de las opiniones y el Indiferentismo entre la verdad y los errores. Es la corrupción del Americanismo, del Liberalismo, de la “Civilización Moderna” opuesta al imperio de la verdad y del único Dios verdadero: Eso es gravísimo. Es la nota evidente del Satanismo. Es el Magisterio de la Iglesia quien muestra la “corrupción” del “nuevo tiempo”, de la “doctrina nueva”.
Traducción:
R.P. Manuel Martínez Hernández.

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