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viernes, 21 de agosto de 2015

APENDICE I.- NOTAS DEL DOCTOR BERMEJILLO

Urgencia en la administración del bautismo (núm. 10, final).

     En los nacimientos prematuros, la determinación de peso es dato fundamental para permitir valorar la viabilidad del recién nacido. Pesos inferiores a 1000 gramos son incompatibles con la supervivencia, por lo general, salvo curiosas excepciones (observaciones de Heubner, Kelber, Suñer, Sarabia, etc.). La posible carencia de balanza para determinar el peso del recién nacido hará tener muy presente que todo parto prematuro, entre 26 y 30 semanas de gestación, trae a la vida un ser con grandes probabilidades de muerte pronta por debilidad orgánica, a más de la influencia nociva de las mismas causas que han motivado esa anticipada presentación del parto (sífilis, tuberculosis, procesos intensamente febriles de la madre, traumatismos, etc.).
     La asfixia «neonatorum», en las dos formas ya clásicas (Baginski) de cianosis lívida o apoplética y asfixia pálida o, mejor, plomiza, con relajación muscular, obligarán a ser prontos en la aplicación del bautismo, ya que ambas son de serio pronóstico, y muy especialmente la segunda, o asfixia grave.
     Otrosí, acaece la urgencia en los casos de espina bífida, mielocele abierto, encefalocele, acrania y anencefalia, melena de los recién nacidos —melena vera—, enfermedad de Wincheel, cianosis apirética con icteria y la adiposis aguda o enfermedad de Buhl.

Estado de muerte aparente (núm. 11).
     Difícil es señalar con certeza el momento irreversible de la muerte real. «No están estudiados científicamente los estados algo prolongados de muerte aparente; sin duda, se debe a que los procesos vitales son tan mínimos, que escapan a nuestra vista.» (Véase Gierke.) Es cierto que «atria mortis» los constituyen el encéfalo, corazón y pulmones; especialmente sensible e inactivable es el tejido nervioso, sufriendo la falta de una irrigación sanguínea con suficiente aporte de oxígeno y otros metabolitos, aunque en ahogados y en algunos ahorcados haya sido posible reactivar su función nerviosa algún tiempo después de cesar las actividades vitales por recuperación de sus funciones cardiorrespiratorias.
    En los recién venidos al mundo, el «rigor mortis» y el «algor mortis» (rigidez y frialdad) no pueden tener valor, por las especiales condiciones ambientales en que se encuentran dentro del claustro materno. Tienen, por el contrario, todo valor decisivo las modificaciones cadavéricas o maceraciones necrótícas del tegumento que, asépticamente, se producen por autólisis de los tejidos bajo la acción de sus propios fermentos celulares, que les son nocivos cuando la vida cesa.

Bautismo de los acardiacos (núm. 41).
     En la terminología actual de las anomalías teratológicas (Tendeloo, Gruber, Roux, etc.), se entiende por acardiacos los casos gemelares univitelinos en los que existe la total falta de corazón (holoacardíacos) o existencia de corazones deformados o incompletos (hemiacardíacos). Ciertamente, en estos casos suele haber anomalía craneal o encefálica también, aunque en muchos la acefalia es sólo aparente, y la radioscopia demuestra la existencia, en el polo cefálico del monstruo, de un esqueleto craneal más o .menos completo (seudoacéfalos). Los defectos o anomalías formativas, por defecto de cráneo y encéfalo, van siempre correlativas, de manera tal, que las acranias o hemicranias son acompañadas siempre de acefalia o hemicefalia.

Posibilidad de la continencia (núm. 96).
     Es fundamental para una buena conducta, y posteriormente para su fácil mantenimiento, no tan sólo rechazar las tendencias, sino dominarlas totalmente. Mantener la castidad del cuerpo, sin practicar la castidad de los sentidos de más amplia capacidad captante —vista y oído—, es cosa incompleta y seguramente fácil al fracaso. Querer castidad de cuerpo y haber imaginación lujuriante, es torpeza de conducta y visión estrecha e incompleta del problema.
     El pansexualismo tipo Freud ha sido fogonazo efímero; y su mismo discípulo Adler, mejor observador y quizá más libre de prejuicios tendenciosos, lo abandonó, siguiendo derroteros más correctos en la búsqueda de la raíz fundamental de las tendencias humanas.
     «El encauzamiento de energías hacia un ideal noble», como bien dice el autor de este libro, encierra toda una fórmula, que en su análisis aparece integrada por dos componentes: el primero, ideal noble o motivación; el segundo, encauzamiento de energías, volición Arme y consecuente, una vez motivada. Pero nunca hay que olvidar lo indicado antes; debe llegarse, como en tantas otras cuestiones, a la verdadera unidad de intención, sin divisiones ni polivalencias, con pureza integral y precavida; en otra forma más frecuente, pero más imperfecta y claudicante, de querer y no poder, como afirma la filosofía materialista, la castidad es muy difícil, y del rechazamiento y no desplazamiento total de los deseos y tendencias, si brotan procesos psiconeuróticos, siempre que la fórmula constitucional de cada organismo disponga hacia la neurosis.
     Una vez más, la Ciencia y la Doctrina cristiana obtienen una misma y coincidente resultante. No es lo malo para el cuerpo encauzar y eliminar tendencias; lo malo para el cuerpo —neurosis en este caso— y para el alma —pecado— es rechazar y atraer a un tiempo; frenar lo físico acción y no desplazar lo psíquico—imaginación, deseos, incentivos.

Freud y el psicoanálisis (núm. 110).
     El reciente fallecimiento del creador del Psicoanálisis hace que sea de actualidad el puntualizar la crítica de su doctrina. Ha tenido el profesor Freud el mérito de reaccionar contra el psicologismo experimental, que, centrado en el mecanismo de la psicología naturalista, consideraba al hombre como una «cosa», siendo, por el contrario, un complejo anímico-corpóreo o «persona» («Personalismus», de Stern y Scheler; Stern, «Psichologie und Personalismus»), Freud realizó el valor interpretativo de las pasiones, instintos y emociones; señaló la lesividad psíquica del remordimiento y del apocamiento, la influencia de la vida afectiva en la vida psíquica, etc., etc.; pero centró su fundamento erróneamente en la vida sexual y fantaseó no poco sobre este eje interpretativo. Sus errores fueron señalados por personalidades científicas de lengua alemana, como Foester («Religión und Charakterbildung»), Ch. Mayland («Freud’s Tragischer Komplex, eine Analyse der Psycho-analyse»), Allers, Bopp, Prinzhorn y Mittenswey («Krisis in der Psycho-analyse»), etc., etc. Por otra parte, la Psicoanálisis, realzando la necesidad del desahogo, iluminó, como señala Muncker, la importancia de la confesión desde el punto de vista natural, aparte de las gracias sobrenaturales del Sacramento (Muncker «Katholische Seelsoge und Psycho-analyse»). La distinta orientación de Adler, sumada a la labor de Foester, Klage, Haebeiílin, etc., ha formado la moderna caracteriología. Adler («Heilen und Bilden», etc., etc.).

Enfermedades que prohíben el matrimonio (núm. 112).
     Los cardiópatas masculinos, en razonable estado de compensación (absoluta y aun relativa: disnea de esfuerzo moderada), pueden matrimoniar, si están en edad de ello (20 a 35 años) y son conscientes de su aptitud física, máxime si la cónyuge tiene una edad pareja y una inteligencia y espíritu cristiano suficientes. Sin duda que puede obtenerse beneficio con el matrimonio en tales circunstancias. En las mujeres afectas de cardiopatías, su mayor parte consecutivas a carditis reumáticas (hablamos de los 20 a 35 años), precisan, para obtener del médico consultado a estos efectos un dictamen favorable, estar en compensación perfecta. En tal estado, es decir, cuando en la dinámica de la vida la enferma se desenvuelve como una sana, el matrimonio y sus naturales consecuencias—embarazos- no tienen, por lo general, más peligros que en otras mujeres, siempre que se conduzcan con el higienismo de todo género que es siempre de desear. La experiencia nos ha mostrado bastantes casos de mujeres con procesos orificiales del corazón que han tenido por cima de ocho y diez embarazos normales y sin poner en peligro la vida de la madre o infante, por lo que al corazón respecta.

La blenorragia (núm. 112).
     La incultura, por un lado, y la desaprensión, por otro, son causas de muchas esterilidades, en uno y otro sexo, así como también de daños en la descendencia cuando ésta se consigue.
     En el aspecto de disminución de natalidad tiene la blenorragia más importancia que la sífilis. ¡Tanta es su trascendencia social! Ciertamente que la resistencia del gonococo, agente etiológico de la blenorragia, frente a los medios terapéuticos, era comparativamente mucho mayor que la del espiroqueta «pallida» frente a los arsenicales, mercuriales y bismúticos.
     Por fortuna, en estos últimos tiempos, Domagck —Premio Nobel de Medicina— y otros investigadores y clínicos de todos los países, han puesto en uso los cuerpos sulfamídicos (molécula sulfonitrogenada con núcleos bencénicos) de efectivo valor terapéutico.
     Aún no se ha llegado al ideal; más bien puede decirse, con la mayoría de los doctos opinantes en la reunión de dermo-venereólogos españoles, en Sevilla y año actual, que ha sido el paso más firme y valioso dado en la terapia de las infecciones gonocócicas.

La eugenesia (núm. 112 c.)
     La higiene de la raza, en toda su amplitud y complejidad abarca más problemas que la propia eugénica iniciada por Galton. En este sentido la comprende el profesor Banu, de Bucarest, uno de cus más completos tratadistas (1939). La extensión adquirida por estas materias puede valorarse por las publicaciones de los Rassekurs in Egendorf (Munich, 1935), los múltiples trabajos aparecidos en los Archiv für Soziale Higiene und Demographie, en el American sour of public Health and the National health, en los Congresos latinos de Eugénica, etc., etc.
     Es materia en evolución científica y en parte relacionada con la política étnica. El criterio moral y católico está bien señalado por el autor de este libro.

Dr. Mons. Luis Alonso Muñoyerro
MORAL MEDICA EN LOS SACRAMENTOS DE LA IGLESIA

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